• hace 2 años
Pasó hace tiempo, pero tres años después, la tunda que propinó Jordi Cañas a Cristina Fallarás, recupera toda su fuerza, con el telón de fondo de lo ocurrido este 8 de enero de 2022 en Bilbao y más de una centenar de localidades del país Vasco.

Ha sido en aquelarre de una sociedad moralmente enferma, a la que se han sumado los 'comegambas' de UGT y CCOO y todos los amigos, socios y cómplices del Gobierno, encabezados por Podemos.

Una ignominia, porque la ‘normalidad’ en la España del socialista Pedro Sánchez es homenajear a los asesinos etarras.

Ensalzar, aplaudir y alabar a una banda de terroristas que dejó 854 víctimas mortales y una ciudadanía desgarrada y rota por 50 años de terror, amenazas de muerte, extorsión económica, chantaje político, tiros en la nuca y coches bomba.

En cualquier nación democrática del mundo, lo acontecido esta sábado de oprobio sería visto como un ejercicio nauseabundo de involución; la perversión más infame de la moral pública, la degradación más vil de la política.

En los medios de comunicación españoles, casi sin excepciones, como dejó en su día patente Fallarás, es lo habitual, lo 'progre' y hasta lo guay.

Durante el programa de TV3 Tot es mou, Cristina Fallarás se dedicó a insultar a los españoles que la víspera se habían desplazado al País Vasco para exigir libertad y protestar contra ETA, los asesinos y sus cómplices.

Cañas, por aquel entonces, dirigente destacado de de Ciudadanos, instó a la 'bocachancla' a dejar de llamar “extrema derecha” y “fascistas” a todo el mundo que no piensa como ella.

El repaso, como se puede ver en el vídeo, fue antológico.

Cañas remató con un sonoro y terminante:

“Ya está bien”.

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