Desde el anuncio de las futuras instalaciones 5G, muchos rumores han sugerido lo peor para nuestra salud. La banda ancha de gran velocidad prometida por los operadores, debe estar equipada con una red basada en una banda de frecuencias muy altas, es decir, 26 GHz. Cuanto mayor sea la frecuencia, menor será el alcance de las ondas. Por lo tanto, se detienen fácilmente y requieren un mayor número de antenas. De ahí, la creciente preocupación por la posible multiplicación de ellas. En Francia, por ejemplo, hay ciudades experimentando con el 5G. Dichos ensayos, permitirán que las futuras redes cumplan los límites de exposición a los campos electromagnéticos. La Agencia Nacional de Seguridad Alimentaria, Medioambiental y de Salud Ocupacional y la Agencia Nacional de Frecuencias (ANFR) llevan a cabo un seguimiento muy preciso de las normas. Sus conclusiones son simples. El hecho de que la frecuencia sea mayor, o que las antenas sean más numerosas no cambia nada. Todos los equipos de radio siguen estando sujetos a los límites de exposición impuestos. Hasta la fecha, ningún estudio serio ha podido demostrar con certeza la posible peligrosidad de las ondas para la salud. En España, el 5G se implementará paulatinamente, pero no se sabe con certeza, cuándo estará disponible en todo el país.
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