• hace 7 años
Esta es la sinopsis de Master of Darkness tal y como aparecía en la caja de Sega Master System: "La sombra de Drácula se ha cernido sobe la Inglaterra victoriana. Hágase paso a través de calles extrañas y amenazadoras, y almacenes cavernosos mientras lucha contra su ejército de monstruos. Busque a Drácula, el maestro de las tinieblas, y rescate a Inglaterra de su espantoso dominio". Aterrador, ¿verdad? Suena como una entrega de Castlevania -que se ha puesto de moda gracias a la serie de Netflix- y en efecto, era una copia muy digna de la saga de Konami, desarrollada por Sega para sus consolas de ocho bits en 1992.

Los encargados de llevar a cabo la titánica tarea de copiar Castlevania (Vampire Killer había aparecido en MSX en 1986, y después dio el salto a NES y Game Boy) eran un estudio de desarrollo japonés, SIMS, que también demostraron su talento con las versiones de Game Gear y Master System de Aladdin, Ninja Gaiden o Power Rangers. Pero volvamos al Londres victoriano de Master of Darkness... para conocer al protagonista de la historia.

A falta de Belmont, nosotros controlamos al doctor de lo paranormal Ferdinand Social (sí, se apellidaba así) cuyas habilidades especiales pasan por saltar, combatir con armas tan poco exóticas como una espada, un martillo, un hacha o una pistola... y moverse por unos escenarios de desarrollo horizontal, con dos alturas, como en la saga de Konami. Estos 5 niveles recorrían diferentes zonas de la ciudad: las calles, el museo de cera, las alcantarillas, el cementerio... e incluso la torre del reloj (otro guiño a Castlevania) para terminar en el castillo del Conde Drácula, en Transilvania.

Master of Darkness podía ser una copia, pero era una muy buena copia. Primero, nos metía en situación con una sencilla intro (en que el Dr. Social al menos demostraba que sabía utilizar una tabla Oui-Ja) y después nos lanzaba de bruces en unos escenarios muy detallados y custodiados por las huestes de Drácula: vampiros, zombies, espectros y unos odiosos perros que drenaban nuestra energía a ritmo salvaje. Al final de cada nivel (divididos a su vez en tres escenarios) nos veíamos las caras con distintas encarnaciones del vampiro: un falso Jack el destripador, una aparición espectral, el conde Massen y, finalmente, el propio Drácula -que era el más fácil de todos-.

Las animaciones eran resultonas y la cantidad de elementos en pantalla -en particular en el laboratorio del cuarto nivel- eran de lo mejor que hemos visto en Sega Master System. La banda sonora, era compleja aunque podía hacerse un poco "cansina" después de repetirse a lo largo de todo el nivel, en este caso, muy por debajo de los Castlevania.

Por su parte la versión portátil, que se titulaba Vampire: Master of Darkness era una adaptación perfecta, que sólo se diferenciaba por el área de juego, más reducido por estrictas limitaciones de la pantalla. El apartado sonoro mejoraba un poco, ya que sus melodías (las mismas que en Master System) sonaban a un ritmo más lento, que "pegaba" más con la ambientación vampírica.

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