• hace 7 años
El sol no brilla igual para todos en Río de Janeiro. Cada amanecer, los niños de la favela “Ciudad de Dios” van a la escuela atenazados por un miedo que cala hasta los huesos. Atizada por la crisis económica, la violencia callejera se ha disparado en los últimos meses. Los tiroteos y refriegas constantes entre bandas criminales y las fuerzas del orden tienen a los vecinos con el corazón en un puño:

- “Estaba en casa y me llamaron de la guardería porque había un tiroteo. Me dijeron que fuera corriendo para llevarme a mi hija”, explica Almir Arruda, de 43 años y padre de una niña.

Almir, que montó en su bicicleta y no paró de dar a los pedales hasta la guardería, nunca olvidará ese día:

- “Cuando llegué, los niños estaban tumbados en el suelo. Los profesores, también. Todos en el suelo”.

Sin empleo, Almir confiesa que sueña con marcharse, pero no puede permitirse el lujo de alquilar una casa. Su angustia se refleja en los rostros de muchos de sus vecinos. La salud mental de la favela, alertan los expertos, se está resintiendo:

- “Tenemos casos de personas con síndrome de pánico, hipertensión y síntomas de depresión severa. Todas estas personas residen en las favelas”, afirma el investigador Leonardo Bueno, del Instituto Fiocruz.

Casi abandonados a su suerte, los niños de ciudad de Dios viven a escasos kilómetros del lujoso barrio de la Villa Olímpica de Río.

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