Desde su estallido en 2011 en el marco de la Primavera Árabe, el conflicto sirio ha mutado en una compleja guerra civil que implica a multitud de actores locales, regionales e internacionales. Como resultado, el país se ha convertido en un territorio fragmentado ocupado por diferentes facciones armadas de ideologías opuestas.
Grupos yihadistas como el autodenominado Estado Islámico o el Frente de la Conquista del Levante, antiguo Frente Al Nusra ahora desvinculado de Al Qaeda, han logrado importantes avances.
Ambos se enfrentan al régimen sirio que cuenta con el apoyo de las milicias chiíes libanesas, iraníes e iraquíes, y fuerzas kurdas a su vez respaldadas por Washington.
Por último, Rusia intervino para evitar la caída del presidente Bachar Al Asad y preservar sus intereses, incluida la base de Tartus. Estados Unidos, por su parte, ha dado aliento a los grupos rebeldes moderados.
Las primeras víctimas de esta guerra fratricida son los niños: 8,4 millones de ellos, según las últimas estimaciones de UNICEF, están afectados por el conflicto, lo que supone un 80% de la población infantil total.
A nivel militar, la guerra siria ha causado cientos de miles de muertes civiles. En el caso bajas por disparos de bala, el mayor número se produjo en 2012, los morteros resultaron más letales entre 2012 y 2013 y en el caso de los ataques aéreos, su máxima incidencia fue en 2014.
De un total de de 24,5 millones de habitantes, la población siria se ha reducido en 6,6 millones de personas que han huido a otros países limítrofes, árabes o europeos.
Las estructuras médicas han sido objetivo de 336 ataques desde marzo de 2011 que han producido 697 bajas en el personal sanitario.
Las organizaciones de defensa de los derechos humanos afirman que crímenes de guerra como estos han sido cometidos en Siria por todas las partes en conflicto y han costado 280.000 vidas. El régimen de Damasco ha sido acusado de haber recurrido a la tortura y a los bombardeos sobre civiles. Los grupos yihadistas también han cometido excesos como decapitaciones o fustigaciones.
Grupos yihadistas como el autodenominado Estado Islámico o el Frente de la Conquista del Levante, antiguo Frente Al Nusra ahora desvinculado de Al Qaeda, han logrado importantes avances.
Ambos se enfrentan al régimen sirio que cuenta con el apoyo de las milicias chiíes libanesas, iraníes e iraquíes, y fuerzas kurdas a su vez respaldadas por Washington.
Por último, Rusia intervino para evitar la caída del presidente Bachar Al Asad y preservar sus intereses, incluida la base de Tartus. Estados Unidos, por su parte, ha dado aliento a los grupos rebeldes moderados.
Las primeras víctimas de esta guerra fratricida son los niños: 8,4 millones de ellos, según las últimas estimaciones de UNICEF, están afectados por el conflicto, lo que supone un 80% de la población infantil total.
A nivel militar, la guerra siria ha causado cientos de miles de muertes civiles. En el caso bajas por disparos de bala, el mayor número se produjo en 2012, los morteros resultaron más letales entre 2012 y 2013 y en el caso de los ataques aéreos, su máxima incidencia fue en 2014.
De un total de de 24,5 millones de habitantes, la población siria se ha reducido en 6,6 millones de personas que han huido a otros países limítrofes, árabes o europeos.
Las estructuras médicas han sido objetivo de 336 ataques desde marzo de 2011 que han producido 697 bajas en el personal sanitario.
Las organizaciones de defensa de los derechos humanos afirman que crímenes de guerra como estos han sido cometidos en Siria por todas las partes en conflicto y han costado 280.000 vidas. El régimen de Damasco ha sido acusado de haber recurrido a la tortura y a los bombardeos sobre civiles. Los grupos yihadistas también han cometido excesos como decapitaciones o fustigaciones.
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