En la ciudad brasileña de Campinas, en el estado de Sao Paulo, una fiesta familiar de Nochevieja se transformó en pesadilla y baño de sangre, con doce muertos y varios heridos.
El responsable de la tragedia fue un hombre de 40 años que, armado con una pistola, penetró en el salón en el que se celebraba la fiesta y comenzó a disparar indiscriminadamente. Una de las víctimas mortales era su esposa con la que estaba en proceso de divorcio. Otra, su propio hijo de nueve años.
Al final, el agresor se suicidó de un tiro en la cabeza. Junto a su cuerpo fue encontrado un cargador con munición extra para su pistola. Todos los fallecidos eran miembros de la misma familia: nueve mujeres, dos hombres y el menor de edad.
El responsable de la tragedia fue un hombre de 40 años que, armado con una pistola, penetró en el salón en el que se celebraba la fiesta y comenzó a disparar indiscriminadamente. Una de las víctimas mortales era su esposa con la que estaba en proceso de divorcio. Otra, su propio hijo de nueve años.
Al final, el agresor se suicidó de un tiro en la cabeza. Junto a su cuerpo fue encontrado un cargador con munición extra para su pistola. Todos los fallecidos eran miembros de la misma familia: nueve mujeres, dos hombres y el menor de edad.
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