El pulso de la formación sanitaria militar

  • hace 8 años
Armenteros (Salamanca), 07 jun (efesalud.com). Cuando la Brigada de Sanidad del Ejército de Tierra realiza maniobras de adiestramiento en un centro educativo, no solo perfecciona "con instrucción, instrucción y más instrucción" su capacidad médico quirúrgica para salvar vidas de soldados y de civiles durante un conflicto armado o una catástrofe natural, sino que siembra la semilla de la solidaridad, los primeros auxilios y el salvamento en la mente generosa de cada escolar.

Y tanto fue así en el Colegio de La Inmaculada de Armenteros durante algunos días de mayo, que Saúl, un niño de primaria, le entregó al general médico Manuel José Guiote Linares, jefe de la BRISAN, un sobre de papel hecho a mano que incluía una carta con una gran Cruz Roja y una dedicatoria que ya está enmarcada y colgada en la pared más ilustre de su despacho: "Nadie puede con la Brigada de Sanidad".

El dibujo de Saúl representa el arma de un soldado enemigo, amalgama de ametralladora, bazooka, fusil de precisión y kalashnikov -sin duda, influenciado por las imágenes constantes del cine y la televisión- cuya bala disparada con un ¡Boom! alcanza el corazón simbólico de la Sanidad Militar sin causar daño.

Los deseos y la realidad, por desgracia, no siempre van de la mano. Y a lo largo de la historia, los enfrentamientos humanos obligan a combinar instrucción militar y sanidad para disminuir los efectos devastadores de las luchas originadas por intereses económicos, sociales o religiosos.

El general médico Guiote resalta en este vídeoblog el punto de inflexión que supuso en 1748 la creación en Cádiz del "Real Colegio de Cirugía de la Armada" para la salud de los soldados y ciudadanos españoles de la época.

La llegada de cirujanos franceses durante la guerra de Sucesión (1701-1713), como Jean La Combe, protegido de la Corte en el reinado de Felipe V, primer Rey Borbón, y la vocación de médicos como Pedro Virgili, cirujano mayor del Ejército, renuevan por completo las bases de la profesión uniendo conocimiento médico y práctica cirujana.

"Este hecho propició un cambio cualitativo en la formación del Ejército y en la enseñanza de la ciencia médica en la sociedad civil, ya que desde la Edad Media la asistencia sanitaria se basaba exclusivamente en el trabajo menos eficaz de tres estamentos: médicos, cirujanos y barberos".

El médico, en un nivel superior, recibía cualificación universitaria. Los cirujanos, con preparación teórica o latinistas o solo con experiencia práctica o romancistas, formaban el escalón medio especializado. Los barberos, en la escala inferior, realizaban sangrías, pequeñas curas o extracciones dentarias.

En el Real Colegio los cadetes recibían seis años de formación reglada, y permanecían embarcados en los buques de la Armada otros dos años. Además, los mejores alumnos eran enviados a culminar sus estudios a centros de referencia en Francia, Holanda o Italia.

"Destacó entre el alumnado el que luego fuera el gran cirujano Antonio Gimbernat y Arbós, el único médico español que ostenta una mención anatómica del cuerpo humano: ligamento de Gimbernat o inguinal".

La categoría de médico cirujano no brotó de la noche a la mañana.

Se necesitó llegar al siglo XIX, crear otros Reales Colegios, como el de Barcelona en 1760, también dirigido por Pedro Virgili, o el de San Carlos en Madrid en 1780, y dejar atrás los clásicos corporativismos y recelos entre las dos ramas sanitarias. Aún así, hoy en día existen ciertas diferencias a pesar de ese tronco educativo común.

En la organización sanitaria de las FF.AA. se han establecido en la actualidad tres niveles operativos: básico, intermedio y superior. "Son los que creemos que nos van a llevar al éxito, que no es otra cosa que salvar la vida de nuestros soldados o evitar, al menos, su muerte", dice el general médico Guiote.

"El más básico lo tienen que saber todos los combatientes. Podrán cuidarse bajo el fuego enemigo, utilizar su botiquín de primeros auxilios, taponar heridas, hacer torniquetes, practicar reanimación cardiopulmonar, inmovilizar extremidades o transportar camillas de circunstancia".

"El intermedio lo componen técnicos con formación específica que son capaces de parar hemorragias severas, mantener abiertas las vías aéreas, atender un shock, mantener al herido con técnicas de fluidoterapia o resolver neumotórax y hemotórax en el campo de batalla".

"Médicos y enfermeros ocupan el primer escalón. Sus conocimientos teórico prácticos de la educación universitaria se complementan con la especificidad militar", relaciona el general Guiote.

Como dice el Jefe de Estado Mayor del Ejército, el general Jaime Domínguez Buj, "a la guerra no se puede ir sin médico ni fusil".

Para el general y médico Manuel Guiote, "la BRISAN es el corazón del mantenimiento y la regeneración de las fuerzas de combate".


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