Madrid, 12 feb (efesalud.com). La matrona, Emilia Redondo Hortelano, del Consejo General de Enfermería, interviene en su primer vídeoblog para explicar sucintamente los "maravillosos" cometidos de sus colegas cuando guían, cuidan o ayudan a las mujeres a desarrollar con salud toda su vida reproductiva, desde la adolescencia a la vejez pasando por el embarazo, el parto el puerperio y la menopausia.
Una matrona necesita siete años de estudios universitarios para ejercer su profesión. Se forma con un grado de enfermería de cuatro años, un curso de adaptación a la especialidad y termina con dos años en obstetricia y ginecología.
"Es la clave de nuestra incorporación al mundo de la mujer. Una enfermera no puede ejercer nuestra profesión y muchísimo menos cualquier mujer que quiera asistir un parto simplemente porque le gusta. En un parto no se puede poner en riesgo al bebé o la madre", recalca.
Las matronas protegen a la mujer desde su primera regla o menarquia. La adolescencia es una fase importantísima.
"Cualquier jovencita que vaya a practicar sexo debe consultar primero con su matrona. No están bien informadas... se creen que lo saben todo, pero en realidad no saben nada. No utilizan los métodos anticonceptivos o los usan mal, y de ahí los embarazos no deseados y las ETS, enfermedades de transmisión sexual", opina.
"Además de la píldora, tienen que usar sí o sí un preservativo para él o un preservativo para ella. El virus del sida, del papiloma, las clamidias o la sífilis no pueden disfrutar de una oportunidad servida en bandeja", resalta.
A Emilia Redondo le consta que muchos jovencitos reutilizan el condón.
"Como el preservativo es caro, muchos lo lavan con agua y lo usan de nuevo. La goma o la funda son de un solo uso".
La OMS reconoce la labor de las matronas con gratitud y son imprescindibles en los centros sanitarios.
"Detectamos precozmente el cáncer de cuello de útero mediante citologías y enseñamos a las mujeres a palparse las mamas para descubrir posibles tumores, ya sean benignos o malignos", recalca.
En las consultas de preconcepción les enseñamos a alimentarse con una dieta sana, mediterránea, y a que se alejen del tabaco, del alcohol o las drogas.
Una vez que la mujer tiene su test positivo entran en juego los análisis y las pruebas diagnósticas.
"El primero, el de más ansiedad... análisis de sangre, de orina, ecografías y cribado prenatal cuando sea preciso para descartar casi al 100% anomalías congénitas, lo que más asusta a las mamás".
"En el segundo, el más calmado porque notan y escuchan a su bebé, el test de O'Sullivan, que se hace en torno a la 24 o 28 semana de gestación. Determina la cantidad de glucosa en sangre y previene la diabetes".
"El tercero, otra vez el estrés porque se aproxima el parto. Más analíticas y la prueba del estreptococo, bacteria que tenemos que buscar en la vagina para prevenir su infección en el bebé. Hasta un 30% de las mujeres portan el estreptococo tipo B".
Con la monitorización en las semanas finales se llega a la recta final del embarazo.
"Es la hora de los latidos cardíacos del bebé y de las contracciones de la madre, que si ya las tiene van seguidas de un tacto vaginal para ver su estado, y si no las tiene, continúa todo igual hasta que se ponen de parto, mejor sin inducirlas para que estén más tranquilas", cuenta.
Además, imparten educación materna y preparación al parto a las embarazadas y a sus parejas.
Ya en el hospital intentan que el parto sea lo más natural posible, con el máximo respeto a la madre y con la participación "conveniente" del padre.
"Queremos que lo vivan, que ayuden a sacar al bebé y se lo pongan en su pecho, piel con piel, que le acaricien, que le hablen; y que el padre no dude y también lo coja en brazos, que muchas veces recela de su propio miedo al creer que le puede hacer daño", dice.
Ya en la planta de puerperio, las matronas ayudan en todas las labores de aprendizaje y cuidados, especialmente a la hora de la lactancia.
"Son momentos en el que el padre debe cuidar del bebé y de la madre, agotada. Es la hora de su piel con piel", visualiza.
Días después hay que insistir en la recuperación de suelo pélvico.
"La mujer no tiene por qué hacerse pis encima después de un parto. No es normal, como diría un ginecólogo. Por el mero hecho de haber parido no se tiene que pagar un precio tan alto", declara.
La recuperación del suelo pélvico la efectúan hasta la menopausia, una fase en el que la mujer "solo se libera de la regla y nada más. Su sexualidad sigue siendo la misma", destaca.
Las matronas, concluye Emilia Redondo, acompañan a las mujeres en todas sus etapas reproductivas, incluso hasta la ternura de la vejez, para que tengan una existencia feliz y la mejor calidad de vida.
Una matrona necesita siete años de estudios universitarios para ejercer su profesión. Se forma con un grado de enfermería de cuatro años, un curso de adaptación a la especialidad y termina con dos años en obstetricia y ginecología.
"Es la clave de nuestra incorporación al mundo de la mujer. Una enfermera no puede ejercer nuestra profesión y muchísimo menos cualquier mujer que quiera asistir un parto simplemente porque le gusta. En un parto no se puede poner en riesgo al bebé o la madre", recalca.
Las matronas protegen a la mujer desde su primera regla o menarquia. La adolescencia es una fase importantísima.
"Cualquier jovencita que vaya a practicar sexo debe consultar primero con su matrona. No están bien informadas... se creen que lo saben todo, pero en realidad no saben nada. No utilizan los métodos anticonceptivos o los usan mal, y de ahí los embarazos no deseados y las ETS, enfermedades de transmisión sexual", opina.
"Además de la píldora, tienen que usar sí o sí un preservativo para él o un preservativo para ella. El virus del sida, del papiloma, las clamidias o la sífilis no pueden disfrutar de una oportunidad servida en bandeja", resalta.
A Emilia Redondo le consta que muchos jovencitos reutilizan el condón.
"Como el preservativo es caro, muchos lo lavan con agua y lo usan de nuevo. La goma o la funda son de un solo uso".
La OMS reconoce la labor de las matronas con gratitud y son imprescindibles en los centros sanitarios.
"Detectamos precozmente el cáncer de cuello de útero mediante citologías y enseñamos a las mujeres a palparse las mamas para descubrir posibles tumores, ya sean benignos o malignos", recalca.
En las consultas de preconcepción les enseñamos a alimentarse con una dieta sana, mediterránea, y a que se alejen del tabaco, del alcohol o las drogas.
Una vez que la mujer tiene su test positivo entran en juego los análisis y las pruebas diagnósticas.
"El primero, el de más ansiedad... análisis de sangre, de orina, ecografías y cribado prenatal cuando sea preciso para descartar casi al 100% anomalías congénitas, lo que más asusta a las mamás".
"En el segundo, el más calmado porque notan y escuchan a su bebé, el test de O'Sullivan, que se hace en torno a la 24 o 28 semana de gestación. Determina la cantidad de glucosa en sangre y previene la diabetes".
"El tercero, otra vez el estrés porque se aproxima el parto. Más analíticas y la prueba del estreptococo, bacteria que tenemos que buscar en la vagina para prevenir su infección en el bebé. Hasta un 30% de las mujeres portan el estreptococo tipo B".
Con la monitorización en las semanas finales se llega a la recta final del embarazo.
"Es la hora de los latidos cardíacos del bebé y de las contracciones de la madre, que si ya las tiene van seguidas de un tacto vaginal para ver su estado, y si no las tiene, continúa todo igual hasta que se ponen de parto, mejor sin inducirlas para que estén más tranquilas", cuenta.
Además, imparten educación materna y preparación al parto a las embarazadas y a sus parejas.
Ya en el hospital intentan que el parto sea lo más natural posible, con el máximo respeto a la madre y con la participación "conveniente" del padre.
"Queremos que lo vivan, que ayuden a sacar al bebé y se lo pongan en su pecho, piel con piel, que le acaricien, que le hablen; y que el padre no dude y también lo coja en brazos, que muchas veces recela de su propio miedo al creer que le puede hacer daño", dice.
Ya en la planta de puerperio, las matronas ayudan en todas las labores de aprendizaje y cuidados, especialmente a la hora de la lactancia.
"Son momentos en el que el padre debe cuidar del bebé y de la madre, agotada. Es la hora de su piel con piel", visualiza.
Días después hay que insistir en la recuperación de suelo pélvico.
"La mujer no tiene por qué hacerse pis encima después de un parto. No es normal, como diría un ginecólogo. Por el mero hecho de haber parido no se tiene que pagar un precio tan alto", declara.
La recuperación del suelo pélvico la efectúan hasta la menopausia, una fase en el que la mujer "solo se libera de la regla y nada más. Su sexualidad sigue siendo la misma", destaca.
Las matronas, concluye Emilia Redondo, acompañan a las mujeres en todas sus etapas reproductivas, incluso hasta la ternura de la vejez, para que tengan una existencia feliz y la mejor calidad de vida.
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