Sábado 17 de octubre 2015 | Devoción Matutina para Adultos 2015 | Sordos y ciegos en la iglesia
“Sordos, oíd, y vosotros, ciegos, mirad para ver. ¿Quién es ciego, sino mi siervo? ¿Quién es tan sordo como mi mensajero que envié? ¿Quién es tan ciego como mi escogido, tan ciego como el siervo de Jehová, que ve muchas cosas y no advierte, que abre los oídos y no oye?” (Isaías 42:18-20).
¿Te imaginas a un invidente visitando la pinacoteca del Museo del Prado?
Parado delante del cuadro Las Meninas de Velázquez y esperando que alguien le explique el “aire interpuesto” entre las figuras de las infantas y sus damas. ¿Te imaginas a un sordo acompañando con sus palmas la interpretación de la famosa marcha Radetzky en el concierto de Año Nuevo de Viena? Todo parece un juego de imaginación, pero en realidad lo que está diciendo nuestro versículo de hoy es que el pueblo de Israel era ciego y sordo porque no veía ni oía ni comprendía lo que el Señor les estaba mostrando y diciendo a través de las maravillas de los acontecimientos.
Sí, en la iglesia puede haber sordos de corazón que no sienten, ciegos de fe que no creen, los que no transmiten porque no oyen, los que no entienden porque no ven. Si pudiéramos abrir nuestros oídos cerrados e iluminar nuestros ojos apagados, ¡qué maravilla! Seríamos testigos de los milagros de Dios, veríamos y oiríamos la explosión de luz multicolor del infinito amor divino en este mundo, tendríamos nuestro espíritu alegre, sereno y confortado y unas enormes ganas de contar a otros lo que estamos presenciando y escuchando.
El Señor dijo: “¡Mirad a mí y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay otro!” (Isa. 45:22) y, desde entonces, la salvación se resume en un cruce de miradas entre el Salvador y el hombre, y en una escucha atenta de la Palabra de Dios, de la que viene la fe que salva. La mirada de Jesús se encontró con la de Pedro en el patio del sumo sacerdote. Pedro recordó sus palabras y lloró amargamente. También miraron a Jesús el paralítico del estanque, el endemoniado gadareno, el leproso, la mujer con flujo de sangre que fueron sanados; la viuda de Naín, Jairo y su esposa a quienes les devolvió sus hijos con vida. Miraron a Jesús, con ojos sin luz, el ciego Bartimeo, el ciego de Betsaida y el ciego de nacimiento, y después vieron; y aquel malhechor del Gólgota clavado en una cruz también miró a Jesús casi agónicamente, y el Señor le prometió la entrada en el Paraíso. A todos miró Jesús y les dijo: “Sed salvos”.
Míralo a él este día. Él te enseñará a escuchar su voz y entender su Palabra.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2015
Pero hay un DIOS en los cielos…
Por: Carlos Puyol Buil
Lecturas devocionales para Adultos 2015
http://devocionmatutina.com
Facebook:
https://www.facebook.com/groups/DevocionMatutinaIASD
“Sordos, oíd, y vosotros, ciegos, mirad para ver. ¿Quién es ciego, sino mi siervo? ¿Quién es tan sordo como mi mensajero que envié? ¿Quién es tan ciego como mi escogido, tan ciego como el siervo de Jehová, que ve muchas cosas y no advierte, que abre los oídos y no oye?” (Isaías 42:18-20).
¿Te imaginas a un invidente visitando la pinacoteca del Museo del Prado?
Parado delante del cuadro Las Meninas de Velázquez y esperando que alguien le explique el “aire interpuesto” entre las figuras de las infantas y sus damas. ¿Te imaginas a un sordo acompañando con sus palmas la interpretación de la famosa marcha Radetzky en el concierto de Año Nuevo de Viena? Todo parece un juego de imaginación, pero en realidad lo que está diciendo nuestro versículo de hoy es que el pueblo de Israel era ciego y sordo porque no veía ni oía ni comprendía lo que el Señor les estaba mostrando y diciendo a través de las maravillas de los acontecimientos.
Sí, en la iglesia puede haber sordos de corazón que no sienten, ciegos de fe que no creen, los que no transmiten porque no oyen, los que no entienden porque no ven. Si pudiéramos abrir nuestros oídos cerrados e iluminar nuestros ojos apagados, ¡qué maravilla! Seríamos testigos de los milagros de Dios, veríamos y oiríamos la explosión de luz multicolor del infinito amor divino en este mundo, tendríamos nuestro espíritu alegre, sereno y confortado y unas enormes ganas de contar a otros lo que estamos presenciando y escuchando.
El Señor dijo: “¡Mirad a mí y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay otro!” (Isa. 45:22) y, desde entonces, la salvación se resume en un cruce de miradas entre el Salvador y el hombre, y en una escucha atenta de la Palabra de Dios, de la que viene la fe que salva. La mirada de Jesús se encontró con la de Pedro en el patio del sumo sacerdote. Pedro recordó sus palabras y lloró amargamente. También miraron a Jesús el paralítico del estanque, el endemoniado gadareno, el leproso, la mujer con flujo de sangre que fueron sanados; la viuda de Naín, Jairo y su esposa a quienes les devolvió sus hijos con vida. Miraron a Jesús, con ojos sin luz, el ciego Bartimeo, el ciego de Betsaida y el ciego de nacimiento, y después vieron; y aquel malhechor del Gólgota clavado en una cruz también miró a Jesús casi agónicamente, y el Señor le prometió la entrada en el Paraíso. A todos miró Jesús y les dijo: “Sed salvos”.
Míralo a él este día. Él te enseñará a escuchar su voz y entender su Palabra.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2015
Pero hay un DIOS en los cielos…
Por: Carlos Puyol Buil
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