• hace 9 años
Sigue teniendo carisma, cercanía, una gran capacidad para la retórica y, a pesar de su timidez, una confianza en sí mismo que apabulla. Pero el Pablo Iglesias de hoy es distinto al que hace unos meses quiso conquistar el cielo por asalto y deseó que IU se cociera en su propia salsa de estrellas rojas. Ha cambiado. Lo que las encuestas le dieron, las encuestas -y las elecciones catalanas- le han quitado. Y aunque no le gusta perder ni a las chapas y, diga lo que diga Bescansa, cree que Podemos está en condiciones de ganar el partido, el “coleta morada” ha replegado y aprendido la lección de las consecuencias del éxito rápido. Tanto que incluso desea lo mejor a los “pitufos gruñones” de la coalición de Cayo Lara. Y esto después del fracaso de las negociaciones para la candidatura de unidad de la izquierda. Será por aquello que dijo Wilde de que los matrimonios de conveniencia son los matrimonios entre personas que no se convienen en absoluto. Y lo sabe.

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