Apenas lleva un año de secretario general del PSOE y, aunque no han sido pocos los empeñados en apearle de la poltrona, él se mantiene ahí, inasequible al desaliento, impertérrito ante los ataques de propios y extraños, y tan seguro de sí mismo como cuando los suyos se mofaban de aquel diputado desconocido que soñaba con ser el mandamás del PSOE y él recorría federaciones en busca de apoyos orgánicos. Ni teme a Rajoy ni se amedrenta cuando escucha el nombre de Susana Díaz. Si ha de batirse en duelo, se batirá, pase lo que pase y tenga el resultado que tenga en las elecciones generales de diciembre. En estos meses ha aprendido a cincunvalar con el lenguaje, a no pisar charcos y a reconocer, sin ambages, los errores cometidos.
Category
🗞
Noticias