Petro Porochenko, rey del chocolate y de la intención de voto de los ucranianos
- hace 10 años
Petro Porochenko tiene un sobrenombre, “rey del chocolate”; una fortuna estimada en mil millones de euros y un objetivo claro: ganar las elecciones presidenciales ucranianas.
Este empresario y político de 48 años, casado y con cuatro hijos, va por buen camino para conseguirlo.
Personaje discreto desde el comienzo de la revolución, podría hacer remontar la escasa confianza de sus compatriotas en sus políticos, y quedarse con los votos de los proeuropeos.
Es diputado desde 1998 y ha sido dos veces ministro en campos opuestos.
“Ha nacido un nuevo país. Ha nacido un nuevo pueblo. En un futuro muy próximo, pediremos a nuestros socios europeos que nos concedan el estatus de país candidato para entrar en la Unión Europea. Porque el pueblo ucraniano ha aprobado exámenes muy difíciles e importantes sobre democracia y valores europeos. Este examen se llama revolución y el precio que pagamos ha sido muy alto”.
Los ucranianos le conocen desde mucho antes de involucrarse en la arena política, gracias al chocolate. Este licenciado en economía fundó todo un imperio de confitería: El grupo Roshen es el mayor productor del país, el número quince del mundo.
Poroshenko también es dueño del canal 5 de televisión, lo que le aseguró una amplísima cobertura de las dos revoluciones ucranianas, la de hace unos meses y la de 2004.
En la Revolución Naranja el magnate juega un papel activo, sobre todo en la financiación. Está también muy próximo a Víktor Yuchenko, padrino de sus hijas, que le nombró ministro de Asuntos Exteriores en 2009.
Más tarde, con Yanukóvich, ocuparía la cartera de Economía.
Unas idas y venidas algo sospechosas, que no impiden, sin embargo, que su popularidad suba como la espuma.
Hasta el punto de que el pasado marzo, el boxeador Vitali Klitchko, la gran figura mediática de las protestas de Maidán, se retirara de la carrera presidencial y le apoyara públicamente.
Poroshenko mantuvo un perfil bajo durante estos tres últimos meses. Ahora pasa a primer plano con más respaldos que nunca.
La grave crisis con la comunidad prorrusa en el este del país le ha valido para mostrar su talante firme en defensa de la integridad ucraniana, combinada con una prudente disposición para el diálogo.
Algunas encuestas le dan como ganador en la primera vuelta.
Este empresario y político de 48 años, casado y con cuatro hijos, va por buen camino para conseguirlo.
Personaje discreto desde el comienzo de la revolución, podría hacer remontar la escasa confianza de sus compatriotas en sus políticos, y quedarse con los votos de los proeuropeos.
Es diputado desde 1998 y ha sido dos veces ministro en campos opuestos.
“Ha nacido un nuevo país. Ha nacido un nuevo pueblo. En un futuro muy próximo, pediremos a nuestros socios europeos que nos concedan el estatus de país candidato para entrar en la Unión Europea. Porque el pueblo ucraniano ha aprobado exámenes muy difíciles e importantes sobre democracia y valores europeos. Este examen se llama revolución y el precio que pagamos ha sido muy alto”.
Los ucranianos le conocen desde mucho antes de involucrarse en la arena política, gracias al chocolate. Este licenciado en economía fundó todo un imperio de confitería: El grupo Roshen es el mayor productor del país, el número quince del mundo.
Poroshenko también es dueño del canal 5 de televisión, lo que le aseguró una amplísima cobertura de las dos revoluciones ucranianas, la de hace unos meses y la de 2004.
En la Revolución Naranja el magnate juega un papel activo, sobre todo en la financiación. Está también muy próximo a Víktor Yuchenko, padrino de sus hijas, que le nombró ministro de Asuntos Exteriores en 2009.
Más tarde, con Yanukóvich, ocuparía la cartera de Economía.
Unas idas y venidas algo sospechosas, que no impiden, sin embargo, que su popularidad suba como la espuma.
Hasta el punto de que el pasado marzo, el boxeador Vitali Klitchko, la gran figura mediática de las protestas de Maidán, se retirara de la carrera presidencial y le apoyara públicamente.
Poroshenko mantuvo un perfil bajo durante estos tres últimos meses. Ahora pasa a primer plano con más respaldos que nunca.
La grave crisis con la comunidad prorrusa en el este del país le ha valido para mostrar su talante firme en defensa de la integridad ucraniana, combinada con una prudente disposición para el diálogo.
Algunas encuestas le dan como ganador en la primera vuelta.