Todo comenzó con una mirada tuya, sin decir una palabra. Inocente asistí a tu fiesta, jubileo de los amantes. Insaciables. A cantar como los pájaros, danzar como los árboles, fluir como el rio, sentir la brizna de la hierba en mi costilla, o el salado rutilo de la gran estrella, el canto del grillo, la chicharra dicharachera, el sutil vuelo de la mariposa, alucinante, la gota de rocío sobre la hoja del loto, infinitud fundida, una con el océano, simplemente una ola que no tiene idea del yo, inocencia bendita que nada exige, que suelta gemidos y gritos de amor, en do mayor alto bajando, a re menor, y volviendo a subir escaleras de notas celestes, llegar al culmen de dos dioses fundidos en éxtasis que saborean los amantes, que copulan con el universo, sin decir una palabra.