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00:00Después de imponer una de las cuarentenas más largas y estrictas del mundo, Filipinas
00:04se abre tímidamente al turismo doméstico con la reapertura de la popular y paradisiaca
00:08isla de Bocaray, marcada por rigurosas medidas de seguridad frente a la COVID-19. En los
00:14hoteles se han extremado las medidas de higiene y seguridad, pero la pandemia de COVID-19
00:19ha hecho mella en Bocaray, la isla poblada más pequeña del país donde casi todos sus
00:23negocios y habitantes dependen de los más de 2 millones de turistas que reciben anualmente.
00:28Por ello, reabrir la isla, donde se estima que unas 15.000 personas perdieron su trabajo
00:32por la pandemia, ha sido una de las prioridades del gobierno filipino.
00:51Bocaray es desde octubre el único destino que admite visitantes de todas las regiones,
00:56principal foco de COVID-19 en el país. Además de la obligatoriedad de presentar una prueba
01:02negativa de coronavirus, los visitantes deben enviar antes de viajar sus datos personales,
01:06la reserva y el vuelo a las autoridades locales para obtener un código QR personal que funciona
01:11como un salvoconducto para poder entrar y moverse libremente por la isla. El requisito
01:16de la prueba de coronavirus ha sido muy cuestionado por su elevado precio, entre 90 y 200 dólares
01:22laboratorio. El jueves 1 de octubre, primer día oficial de apertura de Bocaray, solo un vuelo con
01:2826 pasajeros llegó a la isla. Las autoridades locales confian en que la apertura doméstica
01:33tenga éxito para plantearse burbujas turísticas en diciembre con países de la región que tengan
01:38la pandemia bajo control.