Segunda parte del audiolibro.
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DiversiónTranscripción
00:00Su mente, sin embargo, no paraba de trabajar, pensando en cómo había esgrimido mil excusas
00:05y buscado cientos de posibilidades para justificar lo que ahora veía tan claramente.
00:09Oh, había sido tan estúpida.
00:11¿Cómo era posible que hubiese gente así en el mundo?
00:15Hombres mentirosos y sin corazón.
00:18Pensó en ello y se dio cuenta de que era muy probable que no hubiese estado viviendo
00:21en el mundo real.
00:22Sobreprotegida por sus padres, quizás las historias de sus novelas de terror fueran
00:26ciertas y el mundo no fuese el de la pequeña localidad de Devonshire donde todo el mundo
00:30se saludaba por la calle y eran amables los unos con los otros.
00:34Sí, quizás el mundo real no fuera como se había imaginado, la prueba era que ahora
00:38mismo se encontraba en otro muy diferente.
00:41Uno en el que su prometido, que le había robado delicados besos bajo el manzano del
00:44jardín, era un disoluto que gastaba el poco dinero que tenía en alcohol y mujeres.
00:49Tragó saliva y su paso se fue ralentizando mientras las pequeñas botas arañaban el
00:53adoquín.
00:54Al darse cuenta se detuvo, quedándose sola en medio de la ominosa calle nocturna.
00:59Debía aceptar la realidad.
01:00Robert no me ama, pensó con verdadera tristeza.
01:04Y no sabía muy bien si su pena nacía de que en un instante había perdido al hombre
01:07que creía amar, o bien venía de la certeza de que durante todos aquellos meses se creía
01:12enamorada de alguien que no existía.
01:13Robert, su gentil y perfecto caballero, con modales exquisitos, había sido toda una ilusión.
01:20Abrazó la cabeza al escuchar un ruido y la respiración se le entrecortó.
01:24Miró alrededor y el corazón se le aceleró al no reconocer la calle donde se encontraba.
01:29La niebla, con rapidez, ganó terreno, y las luces de gas apenas fueron un borrón.
01:34Se abrazó a sí misma, hasta que no pudo distinguir a tres pies de distancia.
01:38Nerviosa, se puso de nuevo en movimiento.
01:42Empezó a correr.
01:43No podía distinguir las entradas de las casas.
01:46¿Y si se había equivocado?
01:48¿Y si estaba lejos de casa, perdida en la noche por calles de mala reputación?
01:52El corazón se le aceleró.
01:54¿Qué podía hacer?
01:56Observó la calle, con la esperanza de estar atenta y poder parar un carruaje cuando éste
02:00pasara.
02:01Pero no podía quedarse ahí mientras esperaba a que la suerte le sonriera.
02:04¡Oh!
02:05¡Caroline, has sido tan estúpida!
02:09Avanzó en la dirección que creía que era la correcta, pero al dar la vuelta a la esquina
02:13vio con horror cómo la niebla de Londres amenazaba con engullirla, ahora apenas podía
02:17ver dos brazos más allá y el alumbrado se volvió cada vez más tenue.
02:20No, no.
02:22Tenía que llegar a casa.
02:24Las calles de Londres no eran un buen lugar para que una mujer anduviera sola.
02:28Se sobresaltó al escuchar unos agudos silbidos y unos andares descompasados.
02:32Risas de borrachos.
02:34Caroline se arrebujó más la fina capa que la cubría, no necesitaba ni quería llamar
02:38la atención de tan indeseada compañía.
02:41Apretó el paso, pero fue demasiado tarde cuando, frente a ella, aparecieron tres hombres.
02:46¡Oh!
02:47¡Disculpe, señorita!
02:50Pero la risa que acompañó la disculpa sonó falsa.
02:53Otro silbó de manera aguda.
02:55Lo vio tambalearse muy cerca de ella, demasiado borracho para mantener el equilibrio.
03:00El impacto con aquel cuerpo duro hizo que Caroline retrocediera dos pequeños pasos.
03:04¡Disculpe, señor!
03:06Se apresuró a decir dispuesta a marcharse cuanto antes, pero una mano la agarró del
03:10brazo, haciendo imposible su huida.
03:12¡Vaya, vaya, qué tenemos aquí!
03:16Caroline intentó zafarse inútilmente.
03:19El aliento le apestaba a alcohol, y sus ropas, aunque elegantes, no desprendían mejor olor.
03:23¡Señor, suélteme!
03:26gimió, y al tiempo se arrepintió de que su voz sonase tan desesperada.
03:30El hombre se acercó a su rostro para verla mejor.
03:33La agarró por la barbilla y la obligó a mirarla, clavándole los dedos.
03:37Luego la soltó, porque también tenía una botella medio vacía.
03:40¡Qué tenemos aquí, una muchacha perdida!
03:44Caroline abrió los ojos como platos presa del pánico cuando lo tuvo tan cerca.
03:48El hombre con el que había tropezado le apretó el brazo con más fuerza, en la mano que tenía
03:52libre, Caroline pudo ver cómo brillaba el vidrio de esa botella cuyo contenido era un
03:57líquido ambarino, demasiado claro para ser vino.
04:00Mirándola fijamente intentó mantener el equilibrio.
04:03Los otros dos le flanqueaban y, a pesar de la oscuridad, ella sintió cómo lamían su
04:07cuerpo con los ojos.
04:09Las ropas de los tres no eran harapientas, pero se notaba a la legua que eran marineros,
04:14seguramente recién desembarcados pidiendo un poco de fiesta en la sucia taberna de la
04:17que acababan de salir.
04:19Caroline agachó la cabeza y fijó los ojos en el suelo, mientras, con la mano que tenía
04:23libre, apretaba la capa todo lo que podía contra su cuerpo.
04:27No dijo nada mientras la escudriñaban de arriba a abajo.
04:30Se apartó con un rápido movimiento y el hombre que la sujetaba tuvo que soltarla.
04:35Intentó rápidamente pasar entre ellos, pero de nuevo otro brazo la agarró con fuerza
04:39y esta vez no parecía dispuesto a que se escapara.
04:42El corazón de Caroline martilleó en el pecho y se dijo que debía moverse mucho más rápido,
04:46si quería salir allí.
04:47—Déjenme pasar, me están esperando.
04:50—¿Quién te espera?
04:52le preguntó uno mostrando sus dientes disparejos.
04:54—¿Acaso nosotros no somos mejor compañía?
04:58respondió otro como si aquello fuera una divertida broma.
05:00—Suéltenme.
05:02Sin pensarlo empujó a uno de ellos hasta que consiguió librarse del agarre de su mano.
05:07Era, sin duda, el más fornido de todos ellos y, a pesar de eso, estaba tan borracho que
05:12se tambaleó a causa del empujón de Caroline.
05:15Casi perdió el equilibrio y para estabilizarse tuvo que soltar la botella, que se estrelló
05:19contra el suelo haciéndose añicos.
05:21—¿Has visto lo que me has obligado a hacer?
05:24Ella palideció aún más cuando la agarró de nuevo.
05:27Esta vez fueron sus dos manos callosas las que le apretaron los brazos hasta hacerla
05:30gemir de dolor.
05:32Sin mediar palabra la atrajo hacia sí tirándole el aliento a la cara.
05:35—Era un whisky muy caro, muchacha.
05:37—Sí, muy caro, dijo el otro.
05:40—¿No crees que deberías compensar de alguna forma esta pérdida?
05:44—No.
05:45Mientras gritaba, trató desesperadamente de deshacerse de esas manos que la apretaban
05:49sin compasión.
05:51Pero otro se acercó por detrás y la agarró por la cintura.
05:54—Vamos, princesa, no vas a hacerte la estrecha, ¿verdad?
05:59Entonces le invadió el pánico y un sudor frío de terror empezó a recorrerle la frente
06:02y la espalda.
06:04Apenas podía respirar.
06:05Dios, iba a desmayarse.
06:07—¡Socorro!
06:09Pero el que debía ser un grito de auxilio apenas fue un gemido ahogado.
06:13Debía reaccionar, hacer algo para librarse.
06:16Cogió aire y se armó de valor.
06:17Como pudo, pateó la espinilla al borracho y sin pensar tan siquiera en lo que hacía
06:22le propinó un codazo en las costillas al individuo que tan firmemente la había sujetado
06:26por la cintura.
06:27Antes de que éstos pudieran recuperarse, salió huyendo de allí sin saber a dónde
06:31dirigirse.
06:32Corría, solo podía pensar en correr, a pesar de que no veía absolutamente nada más allá
06:37de dos codos de distancia, a causa de la niebla.
06:41Sus pisadas se escuchaban claras sobre los adoquines.
06:44Había perdido todo atisbo de orientación.
06:46Siguió corriendo y al mismo tiempo rezando por perderlos de vista, volteando la cabeza
06:50a su espalda para asegurarse de que no la seguían, pero no veía nada más que niebla.
06:55Sí escuchó pasos apresurados y disparejos a su espalda.
06:59Los tres hombres la seguían y probablemente no tardarían en alcanzarla.
07:02—¡No te escaparás, maldita zorra!
07:05Caroline siguió corriendo, alejándose de las voces furiosas de los tres hombres.
07:10Aquellos que apenas unos segundos antes no se mantenían en pie ahora parecían haber
07:13cobrado renovadas fuerzas.
07:16Dobló la esquina deseando fervientemente que la leve ventaja sobre ellos le diera tiempo
07:19para ponerse a salvo.
07:21Sin dejar de correr vio esperanzada como la puerta de lo que parecía una gran mansión
07:25se abría de golpe irradiando una luz tan intensa que iluminó la pequeña escalera
07:28de piedra que daba hasta la calle.
07:30Para Caroline fue como si Dios le indicara el camino a su salvación.
07:34Mientras un dolor punzante en el costado la hizo parar y recostarse contra una verja,
07:38vio como un caballero descendía los cuatro escalones que separaban la entrada principal
07:42de la calle adoquinada.
07:44Parecía tener problemas para caminar erguido, no parecía borracho, más bien tenía algún
07:48problema de salud.
07:50Lo dedujo por su leve cojera y la forma en que se apretaba el muslo.
07:53«Espere», intentó llamarlo, alargando el brazo, pero apenas le salió un gemido lleno
07:58de frustración al ver que subía al carruaje y se marchaba en dirección contraria sin
08:02demora.
08:03Miró la luz que parecía salir de la puerta que el caballero había dejado entreabierta.
08:07Él gritó a su espalda de uno de sus perseguidores le dio el valor para subir los peldaños.
08:12Entraría en la casa y, una vez a salvo, pediría ayuda.
08:16Casi gritó que no cerraran la puerta, pero no fue necesario, ningún mayordomo estaba
08:20allí para asegurarse de que la casa quedara protegida.
08:24Algo extraño, pero que no quería pararse a pensar en esos momentos en que las voces
08:28de los tres hombres le llegaban de su espalda.
08:30Se impulsó hacia delante y entró en el recibidor de una gran mansión, después de subir los
08:34escalones.
08:36La luz era tan cegadora por culpa de las lámparas y las velas que tuvo que entrecerrar los ojos.
08:40«Señor.»
08:42sollozó.
08:44Con su aliento, cerró la puerta tras de sí.
08:47Apoyó ambas manos con firmeza para que nadie la abriera.
08:50Su respiración acelerada no parecía tener intención de menguar.
08:53Recostó la espalda contra la madera de la puerta.
08:56Una puerta blanca, maciza, con aldabas que había distinguido doradas.
09:01Era una casa de bien, estaba segura, tenía que serlo.
09:05Allí le brindarían la ayuda que necesitaba para llegar sana y salva a casa de su tío.
09:09Se obligó a seguir respirando, pero se mareaba.
09:12En aquellos tres días apenas había probado bocado, primero preocupada por Robert y después
09:17preocupada por el destino que la esperaba si él no aparecía.
09:20Ahora su destino ya estaba aquí.
09:23Robert había aparecido, pero no se casaría con ella.
09:26Así que, pasase lo que pasase, ninguno de los planes que había estado haciendo se llevarían
09:30a cabo.
09:32Habían resultado ser castillos en el aire que seguramente nadie más que ella había
09:35llegado a creer realizables.
09:37Y en esos momentos estaba exhausta.
09:40Demasiado cansada para llorar.
09:43Se dio la vuelta para apretar la frente contra la puerta y descansar un poco.
09:46No sin buscar cierto valor en su interior miró por la mirilla esperando ver la calle.
09:51Observó atenta.
09:52Niebla y los apenas visibles peldaños de la entrada.
09:55De pronto escuchó gritos desatinados y maldiciones.
09:58Las tres figuras aparecieron de la nada, surgiendo entre la niebla como si de espectros se tratasen,
10:03se habían parado en frente de la casa y miraban en deredor, buscándola a ella.
10:08¿Dónde se ha metido esa puta?
10:10A pesar de que tras la puerta cerrada se hallaba a salvo, Caroline se tapó la mano con la
10:14boca e intentó no llorar.
10:16El miedo era tan intenso que era incapaz de dejar de temblar.
10:19Cerró los ojos y sintió cómo sus rodillas se doblaban.
10:22Sólo con un gran esfuerzo consiguió mantenerse en pie.
10:26Apretó firmemente las palmas contra la puerta y siguió observando.
10:29Sólo al escuchar que las voces se alejaban de la casa se permitió soltar un gemido de
10:33alivio.
10:34Estaba a salvo.
10:36Pediría ayuda y la llevarían de vuelta.
10:37¿A dónde?
10:40Por un momento la desesperanza la invadió.
10:42Pero era mejor no pensar en ello.
10:44En cualquier parte estaría más a salvo, ¿verdad?
10:48Asintió esperanzada.
10:49Lamentablemente, no se le ocurrió pensar que lo que podía encontrar en aquella casa
10:53fuera mucho peor que lo que la esperaba fuera.
10:56CAPÍTULO 4
10:58Un golpe certero de su oponente y la mandíbula crujió bajo los nudillos.
11:02Los hombres de edades comprendidas entre los dieciséis y los sesenta años gritaban como
11:05una jauría de perros enloquecida, jaleando embravecidos por la visión de la sangre.
11:11Rodearon el rincón los ojos abiertos por la excitación y la adrenalina corriéndoles
11:14por las venas ante el espectáculo.
11:16En el sótano de aquella majestuosa casa de juegos, donde Keyne Black era el amo y señor,
11:21los hombres de toda edad y condición se ponían con los puños en alto para lo que ellos llamaban
11:25una lucha de hombres.
11:27Hombres.
11:28Sin más, sin condición social, ni credo.
11:31Lo único que allí era imprescindible era saber guardar el secreto y hacerlo lo mejor
11:35posible.
11:36Las apuestas se apuntaban en la pared de pizarra del fondo del sótano.
11:40Ancho y largo, con grandes arcadas que venían a rodear el centro de aquel despropósito.
11:45Habitualmente se programaban los diferentes combates, días antes, pero a veces había
11:49lugar para la improvisación.
11:51Era ahí cuando algún que otro hombre con ganas de batirse con los puños se ofrecía
11:55voluntario para luchar con el contrincante que había salido victorioso demasiado pronto
11:58de otro combate.
12:00Keyne, como dueño del local, solía vigilar que se cumplieran las normas e incluso participaba
12:05activamente en tan sanguinario entretenimiento cuando su carácter sombrío y sus fantasmas
12:09lo acosaban sin tregua.
12:11Pero esa no era una de esas noches.
12:13El mundo esa semana había sido bueno con él.
12:16Había arruinado al hombre que tenía en su punto de mira.
12:18Y, por eso, él también había mostrado su mejor sonrisa, la del más letal depredador.
12:25La fortuna le sonreía.
12:27No así al pobre chico al que iba a atender, ni tampoco al marqués a quien pensaba despedazar
12:31después.
12:32«¿Dónde demonios está el marqués?»
12:35gritó Keyne sobre la algarabía que reinaba a su alrededor.
12:37Aquella noche, el marqués de Termain se había sobrepasado con el pobre chico de los recados
12:42de una casa de postas.
12:44Le había partido la mandíbula y ebrio de euforia había continuado atizándole en el
12:47suelo cuando el chico ya se había rendido.
12:49Keyne estaba fuera de sí, apartó a algunos hombres hasta llegar a una de las columnas
12:54del sótano, a sus pies el chico lo miraba con el rostro ensangrentado y sin poder hablar
12:58ni media palabra.
12:59«¿Dónde demonios está el médico?»
13:02gritó Keyne mientras atendía al chico, que seguía escupiendo sangre por la boca con
13:06los ojos aterrorizados.
13:07«Aquí estoy».
13:09Sin duda el hombre calvo y menudo era médico.
13:12El Dr.
13:13Philip Townshend solía asistir con bastante frecuencia a los combates clandestinos.
13:17Cabe decir que jamás participaba, pero se llevaba unas buenas ganancias atendiendo a
13:21los heridos y, como no, también con las apuestas.
13:25Tenía buen ojo para adivinar quién iba a morder el polvo antes que nadie.
13:27«Atiéndelo», ordenó Keyne mientras se ponía de pie.
13:32Apretó los puños y su mal humor no hizo más que aumentar.
13:35El imbécil del marqués tenía muy mal perder.
13:38Cuando el chico casi le parte la rodilla debería haberlo dejado y, sin embargo, después de
13:42dos costillas rotas, se recompuso sin dar pie a que el joven contrarrestara su furia.
13:47Se arrebató la corbata blanca del cuello y la tiró al suelo.
13:51Su mayordomo refunfuñaría, pero apenas podía respirar.
13:54Puede que afuera hiciera frío, pero allí abajo el calor era infernal.
13:58La culpa era suya, por supuesto, por querer dotar a su local con todas las comodidades
14:03posibles, así había instalado unas grandes calderas con el sistema de agua de altas temperaturas,
14:08patentado por Jacob Perkins.
14:10Mientras sentía el sudor perlarle la frente, pensó que había sido un error.
14:15Cuando el doctor se llevó al pobre chico escaleras arriba, Keyne se quedó un buen
14:18rato más, pero no de mero espectador.
14:21Sin chaqueta y arremangándose la camisa blanca, Keyne se encaminó hacia el ring.
14:26No le faltaron pretendientes para cortejarlo sobre la lona.
14:29Después de dos combates, Keyne había terminado con el estómago magullado, una fisura en
14:34una costilla y media botella de whisky para calmar el escozor del corte, que se había
14:38hecho en el interior de la mejilla al mordérsela.
14:41Keyne podía decir que no estaba siendo tan mala noche.
14:44Después de ganar un buen fajo de billetes por su cuenta, arrastró los pies hasta las
14:48empinadas escaleras de madera que separaban el Club de los Puños en el sótano de lo
14:51que era la Casa Elegante de Juegos, en la planta baja.
14:55Esa noche, vacía, porque el espectáculo estaba abajo como muy bien había podido comprobar.
15:00Más arriba en el primer piso se encontraban las dependencias privadas, la habitación
15:04de Keyne, y en la parte posterior, el área de los criados, que no eran pocos.
15:10Allí encontraría a su fiel y exasperante mayordomo, Howard.
15:14Él se encargaría de que la fiesta no se desmadrara, mientras él podría descansar,
15:18al fin.
15:19Estaba medio ebrio y agotado.
15:21Y después de dos combates y el triunfo de haber arruinado a su enemigo, estaba más
15:25que dispuesto a ignorar sus fantasmas y que éstos lo dejaran dormir a pierna suelta.
15:30Siguió su camino hasta llegar a la planta principal de la casa, donde lo esperaba una
15:33grata sorpresa.
15:36CAPÍTULO 5
15:37CAROLINE SE CREÍA A SALVO Y, A PESAR DE ELLO, LE SEGUÍAN TEMBLANDO LAS RODILLAS.
15:42Tomó aire a grandes bocanadas.
15:44Muerta de calor, se quitó el fular y la chaquetilla y se abrió uno de los botones de la blusa.
15:49Aire.
15:50Necesitaba respirar.
15:52Sudaba y su mente estaba zambullida en un mar de imágenes atroces de lo que le podría
15:56haber ocurrido.
15:57Debía moverse y pedir ayuda.
15:59Miró a su alrededor, las velas encendidas en los apliques, la costosa alfombra roja
16:04y los muebles que seguramente costarían una fortuna.
16:07La señora de aquella casa se apiadaría de ella y llamaría a un coche para regresar
16:10a casa de su tío.
16:12Se llevó una mano a la frente.
16:14Su tío.
16:15Ni siquiera quería pensar en él.
16:17El castigo que le impondría sería demasiado cruel.
16:20Volvería a golpearla, lo había vuelto a desafiar marchándose en busca de Robert,
16:25y todo para qué.
16:26Para nada.
16:27Su visión se volvió borrosa, pero no era a causa de las lágrimas, quizás el calor.
16:33No, eran la ansiedad y el miedo.
16:35De pronto se dio cuenta de que no estaba sola.
16:38El ruido de unos pasos y el de una puerta al abrirse la sacaron de su ensimismamiento.
16:41La puerta, que ella había creído un armario para guardar los abrigos, cerca de la entrada,
16:47se abrió dejando salir a un hombre demasiado apuesto y desaliñado como para no parecer
16:51el mismísimo diablo.
16:53Entreabrió los labios, quizás para lanzar una exclamación de sorpresa o de temor, pero
16:57de su boca no salió más sonido que un leve gemido.
17:00Los ojos se le agrandaron observando al recién llegado, que la miraba de igual forma, como
17:05si fuera un ave exótica, totalmente fuera de lugar.
17:07—Señorita.
17:10Arrastró las palabras, con un acento que no pudo identificar.
17:13De todas formas, no habría importado, Caroline estaba mucho más interesada en su aspecto
17:18que en las palabras que parecían salir de sus labios, sin conseguir llegar a los oídos
17:22de ella.
17:23Llevaba los botones de la camisa almidonada abiertos, dejando ver su poderoso cuello y
17:27el escaso vello sobre el pecho que mostraba parcialmente gracias a la camisa entreabierta.
17:32Las mangas estaban arremangadas, los pantalones negros se ajustaban impecables sobre sus poderosos
17:37muslos, y las lustrosas botas, del mismo color de sus pantalones, dejaban ver una calidad
17:42digna de un lord.
17:44Pero su persona, distaba mucho de aparentar ser un caballero.
17:48Caroline contuvo el aliento cuando, después de captar cada detalle del cuerpo masculino,
17:52centró la atención en su rostro.
17:54Los cabellos largos le caían sobre unos hombros poderosos y el afeitado que lucía no era
17:58apurado a esas horas de la noche.
18:01Pero lo que más llamó la atención de Caroline fueron sus ojos, azules, despiertos, vivos.
18:06En contraste con el azabache de su pelo, las gemas azules de sus ojos parecían brillar
18:11con luz propia.
18:12En un principio, tan sorprendidos como los de ella.
18:16Al cabo de unos segundos de mirarlos, pudo notar el cambio.
18:19La sorpresa dio paso a la curiosidad y ésta a algo que ella no supo muy bien cómo interpretar,
18:24pero que cualquiera, a simple vista, hubiese sabido que era deseo.
18:29Caroline no pudo reaccionar de inmediato a semejante intrusión.
18:31No obstante, aguantó la respiración cuando él echó su mirada azul sobre ella, como
18:36un depredador.
18:38Una ceja negra se elevó en un perfecto arco mientras una sonrisa diabólica resplandecía
18:42en su rostro.
18:43O al menos eso le pareció ver a Caroline.
18:46Señorita.
18:47No hubo expresión de censura.
18:48¿Qué hacía a estas horas en el estigma?
18:52Ella no dijo nada, por el simple hecho que no podía.
18:55Estaba tan impresionada que a duras penas era capaz de respirar con normalidad, y el
18:59corazón le latía demasiado rápido como para intentar abrir la boca.
19:03¿Por qué aquel hombre, fuese quien fuese, la observaba sin parpadear, como mira fijamente
19:08el gato justo antes de decidir qué va a hacer con el asustadizo y desahuciado ratón?
19:12Hasta que vio una chispa de reconocimiento que no debería estar ahí.
19:15Es usted.
19:16¿Qué y neno dijo más?
19:18¿Qué iba a decir, que la reconocía como la ramera de Robert Lawson?
19:23Captó un gemido, muy parecido a una risa sin atisbo de humor.
19:26¿Acaso el rufián pretendía enviarla a modo de pago por sus deudas?
19:31Él no era de esa clase de hombres que pagaba por sexo, y mucho menos aceptaba ese tipo
19:35de pagos.
19:36Se rascó la barbilla, observando su generoso busto, que podía ver parcialmente después
19:41de que ella se hubiera desabrochado varios botones.
19:44El encaje del corpiño captó su atención, al igual que el pelo cayendo encascada sobre
19:48su hombro, lo que antes había sido un precioso moño era una cortina de chocolate sobre la
19:52blanca piel.
19:53A Keynes se le secó la boca, y para vanagloriarse de haber estado con infinidad de mujeres,
19:58esa mujer fingidamente ingenua lo dejó sin aliento.
20:02Caroline vio cómo él alargaba la mano para cerrar la puerta por donde había aparecido.
20:06Según pudo ver, daba a un oscuro sótano de donde procedían gritos ensordecedores
20:10que enmudecieron de golpe cuando las bisagras chirriaron y el pestillo del pomo se puso
20:14en su lugar.
20:15Se sobresaltó llevando las manos sobre el pecho.
20:18Se hizo el silencio.
20:20El mundo se había quedado sin voz.
20:22Los dos se miraron con intenciones muy diferentes.
20:24¿Ella de huir, el de atraparla?
20:27Keynes se acercó, apenas fueron tres pasos, lentos y comedidos, como un cazador que se
20:33acerca sin pausa, hipnotizando a su presa, antes de un disparo certero.
20:37«Quizás no me haya oído», dijo en un tono sorprendentemente dulce.
20:41«Empecemos de nuevo».
20:44Caroline parpadeó y sintió ganas de retroceder cuando Keynes avanzó otro paso hacia ella.
20:49«Buenas noches.
20:50Señorita, bienvenida».
20:52No fue lo que dijo, sino cómo lo dijo.
20:55Sólo se dio cuenta de que había retrocedido hasta la puerta de entrada cuando sus pies
20:59se enredaron con el abrigo, que no recordaba haber tirado a suelo, y su espalda chocó
21:03contra la puerta.
21:05Frente a ella, el cuerpo imponente que le sacaba una cabeza se inclinó sobre ella,
21:09apoyando la mano a la altura de su cabeza, cerca de su rostro.
21:13Caroline se apretó más contra la madera, mirándolo fijamente, pero incapaz de moverse.
21:18«Yo, yo...»
21:19¿Qué iba a decirle?
21:21¿Cómo había llegado hasta ahí?
21:24Parpadeó sin apartar la mirada de esos hipnóticos ojos azules.
21:27Balbuceó algo más, hasta que Keynes alzó la mano y puso ante ella la botella de whisky
21:31que se estaba bebiendo.
21:33Abrió los labios para protestar, pero la risa de él hizo que guardara silencio.
21:38Era hermosa, como él, pero extraña, siniestra.
21:41«Yo...»
21:43Un trago.
21:44Le ofreció, con un tono de voz demasiado suave para no parecer siniestro.
21:49Seguro que le irá bien para entrar en calor.
21:51Ella abrió la boca, por un momento pensó que no le saldrían las palabras, pero se
21:55equivocó.
21:56«Hace demasiado calor, aquí.
21:58Y era cierto», asintió Keyne, aunque no tanto como para que la piel nívea de ella
22:03tuviera ese tono sonrosado.
22:05Observó sus mejillas encendidas, su cuello, y la mirada descendió hasta los generosos
22:10pechos que ya le habían llamado antes la atención.
22:13Ya no pareció notarlo, perdida como estaba mirándolo a él.
22:17Entonces la voz de Keyne sonó a tercio pelada, lejos del disparo de cazador que ella había
22:21esperado.
22:22Abrió la boca por la sorpresa cuando le puso la mano en la cintura y la trajo hacia él.
22:26«Venga conmigo.
22:28Yo...»
22:29No tuvo tiempo de protestar cuando él se paró en seco y el cuerpo de ella chocó contra
22:33su espalda.
22:34«Buenas noches, señor.
22:36Se le ofrece algo...»
22:38La voz del elegante mayordomo fue como un pistoletazo para que el diablo recordara dónde
22:42estaba y por qué había subido desde el infierno.
22:44«Howard...»
22:46El diablo le habló al mayordomo, pero se volvió hacia ella, que lo miraba con expectación,
22:51como si no tuviera idea de lo que pasaría a continuación.
22:53«Señorita...»
22:55El mayordomo llamado Howard captó su atención y le dedicó una cálida sonrisa, «Puedo
22:59ayudarla en algo...»
23:01Ella asintió, aunque intentó mover los labios para hablar, nada salió de su boca esta vez.
23:07Apenas un gemido antes de que el cuerpo del diablo se interpusiera entre el elegante mayordomo
23:10y ella.
23:12Ella miró con fijeza ignorando completamente a su sirviente.
23:14«Yo me encargo de la dama, Howard...»
23:18Caroline tragó saliva.
23:19«¿Está segura, señorita?»
23:22El mayordomo lo ignoró deliberadamente e insistió en ofrecer ayuda a la dama.
23:26«Howard...»
23:27El nombre sonó como una advertencia.
23:29Advertencia que el mayordomo ignoró.
23:31«Señor...»
23:33A pesar de que el tono de voz fue diligente, no se movió, antes de irme raudo y veloz
23:38como es mi costumbre, para cumplir mis deberes, le ruego recuerde que nuestra señoría no
23:42gusta de atormentar a jóvenes damas.
23:45Caroline le vio cerrar los ojos como si aquellas palabras lo ofendieran.
23:48«Howard...»
23:50Cuando la voz tronó junto a ella, no pudo evitar que le temblara el labio inferior,
23:54pero el mayordomo pareció no inmutarse.
23:56«Sí, señor...»
23:59«Desaparece.
24:00Yo me encargo...»
24:02Caroline miró al hombre tan elegante como sería cualquier mayordomo de la reina y asintió.
24:06Este gesto fue más que suficiente para que se retirara, dejándolos de nuevo a solas.
24:11Le había hecho creer que estaba a salvo con él.
24:13«¿Por qué?»
24:15Se llevó una mano a la frente y la notó caliente.
24:17«Hace mucho calor...»
24:19repitió.
24:20Él sonrió asintiendo.
24:21«Haz lo que le digo y desaparece.
24:23Yo, yo...»
24:26Intentó hablar.
24:27La voz de la dama le hizo pensar que se asemejaba a un cervatillo asustado, o quizás fueron
24:31sus ojos, grandes y redondos, de pupilas dilatadas a causa del miedo, y los iris verdes
24:36y brillantes, como el musgo regado por el rocío.
24:40Le dedicó una sonrisa a Lobuna pues, fascinado, no podía hacer otra cosa que recrearse en
24:45la palidez de su cuello y el nacimiento de sus pechos, altos y firmes.
24:49Esa mujer era una delicia, y lo más atractivo era que no parecía saberlo.
24:53O tal vez estaba fingiendo para agradarle.
24:55En cualquier caso, estaba dando resultado.
24:59«Yo...»
25:00«Sí.»
25:01Keine alzó el dedo índice y tocó la suave piel de su cuello, haciendo rodar la yema
25:05por su barbilla.
25:06«Necesito ayuda, Jadeo.»
25:09Keine la miró sorprendido, pero finalmente asintió.
25:12«Tendrás toda la ayuda que necesites.»
25:15Lo dijo con una dulzura que no parecía concordar con la dureza de su cuerpo.
25:19«Yo he venido.»
25:21Él asintió, y una sonrisa se ensanchó, como si quisiera darle a entender que sabía
25:25perfectamente qué estaba haciendo allí.
25:28«Por supuesto.»
25:29Apretó los labios sin parar de sonreír y ella lo miró desconcertada.
25:32«Ya sé a qué has venido.»
25:35Caroline parpadeó.
25:36No, ese hombre se confundía, no podía saber todo lo que le había pasado esa noche.
25:41«No, yo...»
25:44Pero entonces escuchó su nombre.
25:46Robert Lawson.
25:47Ella abrió la boca y, de súbito, dos gruesas lágrimas como perlas empezaron a rodar por
25:52sus mejillas.
25:53Keine estaba fascinado.
25:55No la había olvidado, desde que la vio en el hall del hotel había pensando en ella.
26:00Algo curioso si tenía en cuenta que las mujeres para él no eran más que un puro entretenimiento.
26:05Pero ella tenía algo especial.
26:07No parecía la típica mujerzuela con quien se relacionaba Robert Lawson.
26:11No, se dijo mirándola de nuevo de arriba abajo, no lo parecía.
26:14Y, sin embargo, ahí estaba.
26:19Seguramente para pagar sus deudas de juego.
26:20«Has venido a petición del señor Lawson, ¿es así?»
26:25Keine lo miraba con curiosidad, fascinada por sus facciones y esa pose arrogante, apenas
26:29había entendido las palabras que salieron de su boca.
26:32Jamás había conocido a un hombre como él.
26:35Tenía un porte elegante y al mismo tiempo una mirada que le gritaba que debía andarse
26:38con cuidado.
26:39No obstante, no sentía miedo, más bien una enorme fascinación acompañada por curiosidad,
26:45la misma curiosidad que posiblemente mataría al gato.
26:47«¿Cómo dice?»
26:50Respondió, tras parpadear para sacar esos pensamientos de su mente.
26:54«¿Conoce a Robert?»
26:56Acto seguido cerró los ojos mareada, no había probado bocado en todo el día, si hacía
27:00memoria, quizás no lo había hecho en dos días.
27:04Keine se humedeció el labio inferior, y la mano con la que no sujetaba la botella le
27:07acarició de nuevo la cintura.
27:09Su aspecto era el de una dama, se dijo Keine, quizás no tan majestuosa como las que ocupaban
27:14los pomposos salones de la temporada londinense, pero una dama, al fin y al cabo.
27:19Un ratón de campo que seguramente se había descarriado hasta acabar por necesidad trabajando
27:24como fulana para el miserable de Robert Lawson.
27:26El muy bastardo.
27:28Se humedeció los labios y notó el sabor del whisky.
27:31Mentiría si dijera que no se sentía atraído por ella, pero él no usaba a las mujeres
27:35de ese modo.
27:36A menos, que ella consintiese.
27:39El dedo índice acarició la suave mejilla y lo hizo descender por la parte sensible
27:42detrás de la oreja, su cuello, hasta llegar al escote que proporcionaba su blusa abierta.
27:48Ella abrió la boca con la respiración entrecortada.
27:50«Deseo».
27:52El aliento de Kane se derramó sobre el cuello de la dama y pudo ver cómo la piel de ella
27:56se erizaba.
27:57«Puro deseo».
27:59Era lo único que necesitaba saber.
28:01«No te preocupes por ese despojo de Robert Lawson.
28:04Ya me imagino todo lo que quiere que hagas».
28:07Ella sintió.
28:08Se llevó una mano a la frente y pensó en que su prometido había sido un miserable.
28:12Un hombre, si podía llamarse así, que la había decepcionado.
28:16Él.
28:17«Lo entiendo», le dijo Kane dejando que su mano le acariciara el costado donde podía
28:21notar su respiración obstaculizada por el corse.
28:24«Lo entendía», se preguntó ella.
28:27Se sentía febril, no podía apenas centrarse en lo que estaba pasando.
28:31Ese hombre era peligroso y estaba demasiado cerca.
28:35Al darse cuenta de ello subió las manos para ponerlas sobre el pecho del hombre y lo notó
28:38frío.
28:39Sorprendida, extendió más las palmas y tocó su dureza.
28:42«Está frío».
28:44Él negó con la cabeza y su sonrisa se ensanchó.
28:47Acercándose un par de pulgadas más, sus labios tocaron la frente de ella.
28:52«No, Mon Amour, es que tú estás muy caliente».
28:55Él apartó una de las manos de la puerta y acarició su frente.
28:59Deslizó un dedo de su sien hasta el mentón y lo bajó regalándole una caricia por el
29:02cuello hasta, finalmente, llegar al nacimiento de su escote.
29:07Ella tomó aire y su pecho se elevó, proporcionándole a Kane una vista que él consideraría espléndida.
29:12Su piel parecía de porcelana, y el corpiño acababa con un delicado brocado que él acarició.
29:17Alzó la mirada para perderse en sus ojos pardos y pudo ver que ella lo miraba como
29:21si no comprendiera.
29:22Oh, esa fingida inocencia.
29:25Era más de lo que Kane podía soportar.
29:27La besó.
29:29Sus labios parecieron cobrar vida propia, ni siquiera pensó en ello, sino que se zambulló
29:33en el beso.
29:35Se escuchó gemir cuando su cuerpo se apretó contra el de ella, y ella hizo lo propio a
29:39su vez, quizás fingiéndose escandalizada cuando la lengua de él acarició sus labios
29:43para que los abriera.
29:45Las manos de Caroline se quedaron inmóviles sobre el torso de Kane, y su mente febril
29:48sólo pudo concentrarse en su boca, en el beso inesperado, que nada tenía que ver con
29:53los de Robert.
29:54Los besos de Robert.
29:56Cómo podían haber significado algo.
29:59Notó la mano del hombre en su nuca mientras profundizaba el beso y la hacía acalorarse
30:02hasta lo indecible.
30:04Su lengua rozaba la suya, la rodeaba suavemente, jugaba con ella, mientras los labios se abrían
30:09y se cerraban contra los suyos, en un sensual y húmedo baile.
30:13Pero tal y como vino el placer, éste fue interrumpido, por un tirón de su mano.
30:18Sin saber qué estaba sucediendo, sus piernas se pusieron en movimiento, subiendo la escalera
30:22tras el cuerpo fornido del hombre.
30:25Caroline era consciente de que se movía, y de que tropezó al subir el primer tramo,
30:29pero de pronto unos fuertes brazos la alzaron en volandas.
30:32Sintió el vértigo, sobre todo cuando él tropezó a su vez, pero sin dejarla caer.
30:37«Tranquila, te tengo», dijo, con voz sesgada, y esos ojos azules y al mismo tiempo cálidos
30:43la miraban con un brillo de burla y deseo.
30:46Keine la sostenía en brazos.
30:48Parecía no pesar más que una pluma.
30:51Subió los peldaños mientras ella se agarraba con fuerza a su cuello para no caer.
30:55Al llegar arriba, al final del pasillo donde se encontraba su habitación, Keine cogió
30:59el pomo y lo hizo girar.
31:01El viaje, hacia la parte alta de la casa, pareció terminarse antes de empezar, pensó
31:06Caroline.
31:07Escuchó el sonido de una puerta que se abría, para después cerrarse a su espalda.
31:12Estaba en una habitación, con la chimenea encendida.
31:15Sus ojos lamieron la superficie brillante de los elegantes muebles, cuadros de paisajes
31:20majestuosos, sillones tapizados con la más fina seda, y a un lado de la estancia, una
31:25extravagante cama de dosel que la dejó sin aliento, al darse cuenta de dónde estaba.
31:30Quiso protestar, pero él estaba frente a ella, podía notar el aliento de nuevo en
31:35su cuello, su boca posándose con suavidad sobre sus labios.
31:38Lo sé.
31:39A ella le pareció que el hombre era comprensivo con ella.
31:42Pero de ningún modo pensó lo que él pensaba, o pretendía.
31:46Estaba absolutamente absorta en esos ojos de hielo cálido.
31:49Por su parte, Keine tenía claro que Robert se la había enviado para saldar sus deudas
31:54con el juego y las apuestas del último mes.
31:57Había sido un cliente fiel, pero desafortunado en los juegos de azar.
32:00Y aunque a Keine le asqueaba que utilizara a las mujeres de aquella manera, debía admitir
32:05que eran libres de ejercer su oficio y trabajar para Robert si así lo deseaban.
32:09Además, esa muchacha era... exquisita.
32:12Y lo más atrayente era que parecía o fingía no ser consciente de ello.
32:16Ella gimió cuando él la besó de nuevo, pero lo empujó.
32:19En alguna parte de su mente, sabía que eso estaba mal.
32:23Keine no insistió.
32:25Tal vez ella no fuera una dama, pero él sí era un caballero y no haría nada que no consintiera.
32:30Retrocedió un par de pasos apartándose de ella.
32:33Se volvió hacia una mesa circular, coronada por una fuente de fruta fresca.
32:37Él tomó un racimo de uvas, mientras, y después se dio la vuelta para observarla
32:42con detenimiento.
32:43— Así que eres una de las chicas de Robert.
32:46Su voz apenas era un susurro, y su mirada directa, cargada de sensualidad, hizo que
32:52ella bajara la vista para clavarla en el suelo.
32:54Él le ofreció la fruta, pero ella negó con la cabeza.
32:57Entonces Caroline recordó que le había hablado.
32:59— ¿Una de las chicas?
33:01Soltó aire, decepcionada.
33:04— Sí, dijo a media voz, seguramente Robert tiene muchas chicas.
33:08¿A cuántas mujeres les habría propuesto matrimonio antes de que se dieran cuenta de
33:13la clase de hombre que era, de que todo en él eran promesas vacías?
33:16Antes de que supiera que aceptaba, él ya le había puesto una copa de licor en la mano.
33:21El líquido ambarino parecía brillar atrapando la luz de las lámparas de gas que iluminaban
33:25la habitación desde las paredes.
33:26Mientras su mirada se clavaba en el vaso laboriosamente tallado, sintió como una
33:31mano rodeaba de nuevo su talle.
33:32— Bebe.
33:33Hipnotizada por sus ojos azules bebió.
33:36El líquido le quemó la garganta y le hizo toser, provocando que una sonrisa encantadora
33:41apareciera en aquel masculino rostro.
33:43— Señor.
33:44— ¿Qué?
33:45— le dijo su nombre y ella le miró a la cara.
33:47Él también apuró un vaso, y quizás no debería haberlo hecho.
33:51No había comido nada desde el mediodía, y los tragos de whisky que apuró en el sótano
33:55lo habían dejado mareado.
33:57O quizás había sido la belleza de esa muchacha.
33:59Una belleza de la que no era consciente, sin duda.
34:03— Yo no debería estar aquí.
34:05Keine escuchó las palabras en medio de una neblina.
34:07— ¿Eres libre de decidir si deseas marcharte, o quedarte?
34:11— Quédate.
34:12La última palabra sonó como lo que era, una súplica.
34:16Caroline captó que él le hablaba entre susurros.
34:19Empezó a sentir un calor sofocante bajo el escrutinio de la mirada masculina y de nuevo
34:24fue muy consciente de la mano rodeando su cintura.
34:26Su cuerpo, todos los poros de su piel, la sangre que recorría sus venas y su corazón,
34:31que latía desbocado, le decían, suplicaban, que se quedara con él, pero su mente, oh,
34:37su mente, casi en susurros, pues todas esas emociones la acallaban, le decía que se marchara
34:43cuanto antes de aquel lugar y de ese hombre.
34:45— Yo, debería irme.
34:47Sin embargo, él lo tenía claro.
34:49No la forzaría, pero utilizaría todos sus recursos para convencerla de que se quedara
34:54con él.
34:54La atrajo hacia él y la estrechó contra su pecho.
34:57De ver, no es lo mismo que querer.
35:00Sus palabras la confundían.
35:02— ¿Deseas marcharte con Robert?
35:04Volvió a hablar, a las frías calles de Londres.
35:07Ella lo miró a los ojos y negó despacio.
35:10No, no quería irse de nuevo a la calle, donde, sí, donde la habían perseguido.
35:15Parpadeó intentando que sus pensamientos se ordenaran.
35:19— ¿Y con Robert?
35:20No.
35:21No iba a volver con ese hombre ahora que sabía que la había estado utilizando.
35:25Compuso una mueca de decepción y negó con la cabeza.
35:28— No sabes cuánto me alegro de que desees quedarte, dijo Kaine llenándole la copa de
35:33nuevo.
35:33Ella bebió tal y como lo hizo él.
35:36Un par de parpadeos más y Caroline notó ambas manos de Kaine sobre su rostro, las
35:40copas habían desaparecido.
35:41— Aunque te quedes, no le perdonaré las deudas a ese imbécil, así que eres totalmente
35:47libre de decidir si te quedas o te vas, susurró él, y Caroline estuvo más concentrada en
35:51su extraño acento que en su significado.
35:53Ella movió los labios, pero no le salieron las palabras.
35:57— ¿Qué palabras?
35:58Si era incapaz de ilbanar dos pensamientos coherentes.
36:01— ¿Qué había dicho él, deudas?
36:04Se llevó la mano a la frente y la notó caliente.
36:07— Yo.
36:08Iba a decir que había entrado buscando refugio.
36:11— Sí.
36:12Eso era.
36:13Tres hombres iban tras ella después de haber puesto fin al compromiso con Robert.
36:17— Robert, es un mal hombre, logró decir.
36:20— Sí, exacto.
36:22Los labios de Kaine le rozaron la oreja y ella abrió la boca para tomar aire.
36:26Un fogonazo de calor la sacudió de la cabeza a los pies y no pudo evitar un gemido.
36:31La risa de él resonó en su pecho provocándole una sensación extraña y nueva.
36:35Y cuando Kaine abrió la boca contra su cuello y chupó la sensible piel, besándola de manera
36:40sensual, notó una sensación demasiado agradable como para ignorarla.
36:44— Te deseo.
36:45— No deseo estar solo esta noche, y tú tampoco.
36:48En la cabeza de Caroline, aquellas palabras deberían haber traspasado la neblina y dado
36:53la voz de alarma, pero, estaba muy cansada.
36:56Y se sentía tan bien en brazos de ese hombre.
36:59Estaba soñando, eso era.
37:01Todo era un sueño.
37:03Se recostó contra el pecho de aquel hombre y respiró su aroma.
37:06Olía a colonia y eso la sorprendió.
37:09Un hombre como aquel, que exudaba peligro por cada poro de su piel, debería tener un
37:14olor más desagradable.
37:15Quizás a caballos, a sudor, a lágrimas.
37:18Kaine sujetó a aquella mujer entre sus brazos dispuesto a no dejarla caer.
37:23Cuando notó cómo rodeaba su cintura, inclinándose sobre él, Kaine aspiró el aroma de su pelo.
37:29Robert Lawson le debía una fortuna y de alguna manera se las había ingeniado para enviar a una
37:33de sus mujeres o bien como anticipo o como pago completo a sus deudas de juego.
37:37Dios sabe que sentía curiosidad por esa seductora inocencia que desprendía la chica.
37:41Meneó la cabeza.
37:43No iba a perder el tiempo pensando en ese imbécil.
37:46La tomó por los hombros y la apartó para preguntarle.
37:49—¿Deseas estar sola esta noche?
37:51—Sola.
37:52Caroline gimió y se perdió en esos ojos azules.
37:55—Sola.
37:57—No, no deseaba estar sola.
37:59Sintió cómo los ojos se le inundaban de lágrimas.
38:02No deseaba estar sola nunca más.
38:04—No.
38:05Eso es lo único que deseaba escuchar.
38:08—Bien.
38:09La besó de nuevo y sintió cómo se derretía en sus brazos.
38:12La alzó para llevarla a su cama.
38:14No era de constitución demasiado delgada, y sin embargo pesaba menos que una pluma.
38:19Después de una buena pelea en el sótano del local, Kaine no vio la forma de pasar
38:24mejor la velada que con aquella belleza.
38:26Era posible que hubiese bebido demasiado, pero había sido una noche intensa,
38:30de las que aún no se le escapan de las manos.
38:32Abajo corría la bebida, y el dinero de las apuestas llenaba su bolsillo.
38:36Aquí arriba, la música del piano apagaba las voces de los jugadores en el gran salón,
38:41que preferían los naipes a los puños.
38:43Fuera como fuese, Kaine dejaría naipes y puños por estar con esa mujer.
38:48—De querer quedarte, será porque lo deseas, del señor Robert me encargaré yo.
38:53—Encargarse de Robert.
38:55—Sí, susurró contra su pelo.
38:57Ella suspiró.
38:59—Ese hombre se encargaría de Robert, ¿en qué sentido?
39:02No pudo preguntárselo, pues la habitación pareció girar a su alrededor.
39:06El interior brillaba con la luz de la chimenea, y en los soportes de la pared,
39:11solo una de las lámparas de gas estaba encendida, dándole a la atmósfera una
39:15inusual intimidad. No tardó en depositarla en el suelo, junto a los pies de su cama.
39:19La cama con dosel parecía bañada en dorado a causa de la luz del fuego.
39:24Kaine se dio cuenta de que ese aire de sensualidad nada tenía que ver con la luz,
39:27sino con la mujer que estaba de pie frente a él. Al admirar su belleza de nuevo,
39:32se percató de que la joven parecía brillar, encajando perfectamente en la seductora atmósfera.
39:37Le quitó las horquillas del pelo, dejando que la indomable cabellera se derramara sobre sus
39:42hombros. —Eres espléndida.
39:44Ella parpadeó. Jamás nadie le había dicho nada semejante.
39:48Kaine se quitó la camisa y la tiró sobre uno de los butacones que custodiaban la chimenea.
39:53Los brazos de Kaine la rodearon, apretándola contra sí. Ella soltó todo el aire que había
39:59contenido y su boca tembló al rozarla del desconocido. Cuando Kaine profundizó el beso,
40:03ella no se resistió. Caroline sintió que nadaba en un mar caliente. En algún momento,
40:09la voz de su conciencia gritó que aquello estaba mal. Pero era lejana,
40:13apenas sin fuerza y mucho menos con autoridad. Quizás debería haber actuado como lo que siempre
40:18se había esperado de ella, pero cuando ese hombre quedó frente a ella, observándola con anhelo,
40:23Caroline recordó que, como ella, él tampoco deseaba estar solo. Se inclinó hacia delante y
40:29le rodeó con los brazos el fornido cuello. Cuando lo besó, éste le correspondió con
40:34una pasión arrolladora que Robert sólo habría podido sentir en sus sueños.
40:37Capítulo 6 Caroline flotaba como si estuviese en una nube.
40:42Sabía que algo estaba ocurriendo con ella. No se sentía tan mareada como minutos antes y,
40:48por primera vez en mucho tiempo, era consuelo y no angustia lo que estaba experimentando.
40:52Se sintió tan querida que le entraron ganas de llorar. Iba a casarse con Robert, se atormentó,
40:58pero eso fue antes de que la traicionara. ¿Cómo hubiese sido estar con Robert?
41:02Pensó en ello, como lo hacía algunas noches, aunque eso no lo admitiría jamás ante nadie.
41:08Unas manos le apretaron la cintura e imaginó cómo Robert la había tocado durante el baile.
41:13Sintió su boca besándole dulcemente la mejilla y deslizándose hacia los labios.
41:17Los entreabrió hambrienta de cariño, pero el beso que recibió no era el beso considerado
41:22del falso Robert. Este era diferente, apasionado, ardiente, con sabor a whisky,
41:28pero a la vez tan dulce. ¿Qué hace? Susurró.
41:32Los dedos de Kane le acariciaron los hombros y después besó la piel ardiente que había tocado.
41:36—Darte cariño, —dijo deteniéndose y mirándola directamente a los ojos.
41:41—Si lo deseas. Ella lo miró.
41:44Cariño, ¿quién le había dado cariño en su vida? ¿Alguien la había querido nunca?
41:49Desde luego Robert no. Kane la miró por un segundo y se vio reflejado en aquellos
41:54hermosos ojos verdes. Su belleza lo embriagó aún más.
41:57—¿Qué ocurre? —logró preguntar de nuevo contra su boca, lloras.
42:02—¿Por qué? Caroline se dio cuenta de que así era, notó el gusto salado de las lágrimas en
42:08la boca e intentó retroceder hasta agarrarse al poste de la cama. Él se lo permitió.
42:13Se quedó quieto frente a ella, mirándola, esperando a que tomara una decisión. No
42:18entendía muy bien qué estaba sucediendo con ella, pero desde luego no quería ser
42:22él un motivo más de su llanto. —Quédate conmigo y podrás pedirme lo que quieras,
42:26le ofreció, sabiendo que haría cualquier cosa para tener a esa mujer en su cama.
42:30—¿Has deseado alguna vez algo? No sabía su nombre, pero en lugar de decírselo ella
42:35simplemente asintió. —Sí, lo he deseado.
42:39—¿Él qué? ¿Qué me quieran? Entonces, déjame hacerlo.
42:43Ella parpadeó al verlo avanzar, y las lágrimas que aún quedaban en sus párpados se deslizaron
42:49por sus mejillas. Sintió los dedos del hombre enjugándolas, para después bajar por su barbilla,
42:54cuello, hasta que acabaron deslizándose de nuevo por su cintura y acariciaron su espalda.
42:59Ahí se detuvo y empezó a soltar los lazos ocultos del vestido. Tiró de la tela,
43:04revelando la piel de sus hombros, y sus pechos quedaron asomándose por el corse.
43:08Jadeó con los labios entreabiertos cuando Keynes se inclinó y los besó.
43:12Hundió los dedos en su pelo negro y sintió su suavidad mientras el hombre besaba y trabajaba
43:17afanoso para despojarla de su ropa. No se dio cuenta cuando el vestido tocó el suelo,
43:21cuando el corse se separó de su cuerpo o cuando la camisola quedó olvidada sobre la alfombra.
43:26Pero sí sintió el fuego que le quemaba la piel. Las manos del hombre le acariciaron la espalda
43:31desnuda, atrapándola en un abrazo. Después éstas bajaron acariciándole las nalgas,
43:36apretándolas contra... él. Intentó tomar aire y su aliento se entrecortó al sentir el cuerpo
43:42duro contra ella. Echó la cabeza hacia atrás, desconcertada, notando cómo la boca del hombre
43:47dejaba un reguero de besos sobre su mejilla y acto seguido sobre su cuello. Caroline boqueó como si
43:53fuera un pez fuera del agua e intentó tomar aire de nuevo. Entonces, un brillo peligroso se instaló
43:58en aquellos ojos azules cuando paró pidiendo en silencio su consentimiento. Cuando las manos de
44:03Keyne subieron acariciándole los pechos volvió a apoderarse de su boca, esta vez de una manera
44:08salvaje. La saboreó, sabía a dulce, a pastas y té, a pecado. «Sea lo que sea lo que desees,
44:15yo te lo daré». La alzó y la depositó sobre la cama. Sus movimientos se volvieron precisos y de
44:21una rapidez tan pasmosa que Caroline no pudo reaccionar. Keyne se acomodó entre sus piernas,
44:26mientras le devoraba la boca. Caroline no podía respirar, sentía un calor abrasador por todo el
44:31cuerpo. Estaba a punto de desmayarse. La piel le ardía y los labios de aquel hombre le hacían
44:37sentir cosas que jamás había sentido antes. ¿Qué estaba haciendo? Estaba soñando. Jadeó al sentir
44:43cómo su espalda se arqueaba. No, no podía ser. Era un sueño. Estaba convencida de ello. Como en
44:51un sueño febril, experimentó un instante de temor cuando sintió el peso del cuerpo de ese hombre
44:56sobre ella. La piel que acariciaba sus muslos, su vientre caliente y sus pechos era suave y tan
45:01ardiente como la suya. «Déjate llevar», susurró, con dulzura. Una orden que sonó a súplica y que
45:08Caroline obedeció. No entendía qué estaba pasando, pero quería rendirse, dejar de pensar. Así que se
45:15quedó quieta y se dejó llevar. «De acuerdo». Consintió. «Dioses, eres perfecta». Caroline
45:22sintió la voz de Keyne en la lejanía, pero estaba justo ahí, sobre ella, besándole el cuello,
45:27derramando palabras en su oído. Hasta que ya no estuvo lejos, sino en su interior. Ella se retorció,
45:34gimió de dolor, y él pareció congelarse. Keyne se incorporó sobre su cuerpo con los ojos azules
45:40abriéndose a causa de la sorpresa y el deseo. ¿Qué? Era bastante estúpido el monosílabo porque
45:46Keyne sabía exactamente qué estaba pasando. Y sin embargo era lo único que se aventuró a
45:50decir después de haberle arrebatado la virginidad.