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El fraude alimentario es una práctica que pretende aumentar los beneficios de los fabricantes adulterando los productos, poniendo en riesgo la salud pública.

Según la FDA, el 1% de los alimentos producidos en el mundo sufre algún tipo de fraude, generando pérdidas de hasta 40.000 millones de dólares.

Los 10 alimentos más fraudulentos a nivel mundial son: leche de vaca, aceite de oliva virgen extra, miel, carne de vacuno, chile en polvo, aceite de oliva, cúrcuma en polvo, leche en polvo, vodka y mantequilla clarificada.

Estos fraudes incluyen la dilución con agua, la adición de ingredientes que no figuran en la lista y el uso de aditivos para alterar el color y el sabor.

Para identificar estos fraudes, es importante desconfiar de los precios que están muy por debajo del valor de mercado y comprobar siempre las etiquetas en busca de sellos de inspección gubernamentales.

Si detectas cambios en el sabor o la textura, contacta con la empresa o denúncialos. La inspección y los avances tecnológicos son esenciales para combatir estas prácticas fraudulentas.

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