¿Cómo convertir la tragedia en material cómico? ¿Cómo burlarse de las desventuras, del hambre y del frío sin herir susceptibilidad alguna? Preguntas de este estilo se debía estar formulando Charles Chaplin a fines de 1923, al optar por la lucha de los gambusinos tras el esquivo oro como tema para comedia inspirada, por increíble que pueda parecer, en una tonadilla popular de la época: “Auld Lang Syne”. La película con todo y su juego de espejos, posee aún toda su carga de buen humor, de hilarante desparpajo y de ternura. Quizá sorprenda al espectador saber que buena parte de la película se filmó sin tener un guión. Durante cerca de seis meses filmaron secuencias cómicas y escenas inconexas sin saber bien Sólo un artista como Charles Chaplin pudo convertir la trágica vida de los buscadores de oro en una comedia totalmente representativa de su arte. El equilibrio que alcanza entre pantomima, sátira social, aventuras, comedia política y drama, es sencillamente ejemplar y la convierten por derecho propio en una de las grandes películas de todos los tiempos.
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