Asesinos seriales | El hijo de Sam

  • el mes pasado
En este video, profundizaremos en uno de los casos más escalofriantes de la historia criminal: David Berkowitz, más conocido como "El hijo de Sam". Este asesino serial, cuyos crímenes sembraron el terror en Nueva York entre 1976 y 1977, se convierte en el eje central de una narrativa llena de misterio y oscuridad.

David Berkowitz, nacido el primero de junio de 1953, tuvo una infancia marcada por el abandono y la adopción. Criado por Nathaniel y Pearl Berkowitz, mostró signos de problemas emocionales desde temprana edad. Su vida estuvo marcada por una búsqueda constante de identidad y aceptación, que eventualmente desembocaría en una serie de actos violentos y sin sentido.

Con un revólver calibre 44 en mano, Berkowitz llevó a cabo una serie de crímenes brutales que dejaron a la ciudad de Nueva York en estado de shock. Sus víctimas, seleccionadas al azar, fueron atacadas sin motivo aparente, sin importar su género, edad o raza. Esta falta de un patrón discernible desconcertó a las autoridades durante meses.

Los ataques de Berkowitz se caracterizaban por su aparente aleatoriedad y brutalidad. Desde el asesinato de parejas jóvenes en sus autos hasta tiroteos en la calle, su modus operandi carecía de coherencia, lo que dificultaba aún más la identificación de un perfil claro del criminal.

Sin embargo, fue su última carta la que finalmente reveló su identidad como "El hijo de Sam", autodenominación que lo catapultaría a la infamia. Tras su detención en agosto de 1977, Berkowitz confesó sus crímenes, aunque intentó atribuirlos a la influencia de una supuesta voz demoníaca que escuchaba a través del perro de su vecino.

El caso de David Berkowitz no solo estremeció a la sociedad neoyorquina, sino que también desató una ola de especulaciones sobre posibles motivaciones detrás de sus actos. Se rumoreaba sobre su supuesta afiliación a sectas satánicas y su participación en rituales oscuros, teorías que posteriormente fueron corroboradas por el propio Berkowitz.

Tras décadas tras las rejas, Berkowitz experimentó una transformación interna que lo llevó a abrazar el cristianismo y a renunciar a su pasado oscuro. Hoy en día, desde su celda en prisión, ejerce como guía espiritual, ofreciendo una visión única sobre los entresijos de la mente criminal y la redención personal.

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