• hace 8 meses
En medio de un silencio sepulcral, tan sólo roto por los autobuses de dos plantas que recorren el corazón de Londres, el Big Ben se despidió de la ciudad con un último tañido que acompañó los aplausos y vítores de los miles de turistas que se hallaban congregados. Sus campanas no volverán a repicar en cuatro años pero el acto, más simbólico que práctico, ya ha dividido a la política británica. "No puede ser bueno para el reloj", aseguró una comedida primera ministra, Theresa May, a la vuelta de sus vacaciones la semana pasada.

Y es que por primera vez en sus 157 años de historia, las campanas del monumento más fotografiado de Reino Unido, encarnado en la famosa torre del reloj, callarán durante un periodo tan largo de tiempo. Para despedirse, algunos parlamentarios han querido salir hoy a la calle, así como muchos británicos y turistas, para escuchar al mediodía sus últimos tañidos.

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