A los pies del Monte de los Olivos se encuentra el jardín del Getsemaní o Huerto de los Olivos, un lugar frecuentado por Jesús con sus discípulos, ya antes de la Pasión. San Juan nos dice que el jardín cerca del Cedrón era el lugar de retiro preferido por el Señor. Son olivas seculares las que, todavía hoy, se admiran en este jardín, junto a la Basílica Franciscana conocida también como la Basílica de la Agonía que encierra la roca de la agonía, sobre la cual -- según la tradición -- Jesús transcurrió la hora quizá más dolorosa de toda su pasión: aquí Él vivió esa tristeza del alma "hasta la muerte", y esa oración intensa que le llevó a "sudar" sangre.
La iglesia actual se remonta a 1919-1924 y es una obra del arquitecto italiano Antonio Barluzzi. También es conocida la Iglesia de las Naciones, ya que 16 países contribuyeron a su construcción. En el subsuelo se encontraron fragmentos de mosaico de la primera basílica bizantina, con diseños que fueron fielmente recuperados en el pavimento actual.
Aquí en el Getsemaní se llevó a cabo otra etapa de las peregrinaciones cuaresmales de los franciscanos: una misa con participación de los cristianos locales y peregrinos en la cual se revivió el texto evangélico de la angustia de Jesús.
Presidió la celebración y llevó a cabo la homilía el sacerdote Vittorio Bosello, que recordó la actualidad de las palabras de Jesús: "Vigilen y oren, para no caer en la tentación. El espíritu está listo, pero la carne es débil". "Nuestra vida -- subrayó -- está llena de cosas, pero cómo es necesario el silencio para escuchar al Señor y buscar un lugar para estar con Él".
"Antes que nada decir que Jesús venía aquí cada vez que salía del Templo para orar y también para reposar con sus discípulos, era un lugar familiar. Aquí todos lo abandonan y él se siente solo y se dirige al Padre pidiendo que aleje esta tragedia, pero dice: no se haga mi voluntad, sino la tuya".
Parece emanar una gracia especial esta roca y recordar, a quien se le hinque al lado, esas palabras afligidas de Jesús "Permanezcan aquí y vigilen conmigo".
La próxima cita aquí en el Getsemaní fue la tarde del jueves santo, el 21 de abril, cuando el Custodio de Tierra Santa, el sacerdote Pierbattista Pizzaballa presidió la solemne conmemoración de la agonía del Señor. Una hora santa que fue vivida -- en comunión de oración con los peregrinos y cristianos locales -- y también muchos fieles esparcidos por todo el mundo, gracias a la transmisión en directa por numerosos canales televisivos.
La iglesia actual se remonta a 1919-1924 y es una obra del arquitecto italiano Antonio Barluzzi. También es conocida la Iglesia de las Naciones, ya que 16 países contribuyeron a su construcción. En el subsuelo se encontraron fragmentos de mosaico de la primera basílica bizantina, con diseños que fueron fielmente recuperados en el pavimento actual.
Aquí en el Getsemaní se llevó a cabo otra etapa de las peregrinaciones cuaresmales de los franciscanos: una misa con participación de los cristianos locales y peregrinos en la cual se revivió el texto evangélico de la angustia de Jesús.
Presidió la celebración y llevó a cabo la homilía el sacerdote Vittorio Bosello, que recordó la actualidad de las palabras de Jesús: "Vigilen y oren, para no caer en la tentación. El espíritu está listo, pero la carne es débil". "Nuestra vida -- subrayó -- está llena de cosas, pero cómo es necesario el silencio para escuchar al Señor y buscar un lugar para estar con Él".
"Antes que nada decir que Jesús venía aquí cada vez que salía del Templo para orar y también para reposar con sus discípulos, era un lugar familiar. Aquí todos lo abandonan y él se siente solo y se dirige al Padre pidiendo que aleje esta tragedia, pero dice: no se haga mi voluntad, sino la tuya".
Parece emanar una gracia especial esta roca y recordar, a quien se le hinque al lado, esas palabras afligidas de Jesús "Permanezcan aquí y vigilen conmigo".
La próxima cita aquí en el Getsemaní fue la tarde del jueves santo, el 21 de abril, cuando el Custodio de Tierra Santa, el sacerdote Pierbattista Pizzaballa presidió la solemne conmemoración de la agonía del Señor. Una hora santa que fue vivida -- en comunión de oración con los peregrinos y cristianos locales -- y también muchos fieles esparcidos por todo el mundo, gracias a la transmisión en directa por numerosos canales televisivos.
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