Celebradores de la Palabra, el pilar de los sacerdotes en el mundo rural

  • hace 2 años
Laicos, como Esther y Enrique, reúnen a la comunidad cristiana todos los domingos y festivos para celebrar la Palabra en las parroquias del mundo rural

La Comunidad cristiana cuenta cada vez con menos vocaciones sacerdotales. Los curas encargados de un buen número de parroquias rurales no pueden acudir cada domingo a celebrar la eucaristía en todas ellas. Por este motivo, cuentan con un laico o religioso que, en su ausencia, acuden como coordinadores de la “celebración de la Palabra”.


¿Qué es un celebrador de la Palabra?

Para conocer a fondo la definición de este término, hemos viajado hasta Segovia, donde cristianos como Esther Bermejo y Enrique Pérez nos explican cuál es el papel que estos desempeñan en pueblos de esta provincia. Desde la parroquia de Villoslada, Esther nos revela que es profesora de religión mientras que desde la pequeña iglesia de Ochando, Enrique dice que era profesor de Geografía e Historia en un instituto, pero ahora está jubilado.

Un celebrador de la Palabra es «un laico al que su párroco ha elegido por el perfil idóneo que puede tener para ello. Se lo ha propuesto al señor Obispo y éste ha dado su consentimiento», comenta Enrique. «Se buscan laicos que tengan una mínima formación y cierto compromiso para encargarse de hacer estas celebraciones», añade Esther.


¿En qué consiste la celebración de la Palabra?

Tiene cierta semejanza con una eucaristía, pero le falta lo más importante de ésta, que es la parte central, la liturgia del sacrificio, es decir: la consagración. «Toda esa parte central, el meollo de una Eucaristía, no lo puede hacer un celebrador. Obviamente sólo lo puede hacer un presbítero, un sacerdote», destaca Enrique.

Lo que hacen personas como Esther o Enrique es seguir los ritos iniciales, el acto penitencial… hasta la liturgia de la palabra, con las lecturas del Evangelio correspondiente, con la explicación de estas a modo de homilía, para continuar con el Credo y la Oración de los Fieles. Pero saltando toda la liturgia eucarística, para retomar la celebración con el Padrenuestro, la Paz y el reparto de la Comunión, usando la Reserva Eucarística de formas consagradas en Eucaristías anteriores por el sacerdote. Tras esto, terminan con el rito de conclusión.


¿En qué se diferencia de una Eucaristía?

Enrique sostiene que, a parte de la omisión de la liturgia eucarística, hay una serie de signos que evidencian que una celebración de la Palabra no es una eucaristía. «Por ejemplo, no podemos ocupar la parte del altar que utiliza el párroco», dice. De esta manera, tanto él como Esther deben situarse en algún lugar secundario, más cercano al pueblo, como el ambón. O, en su defecto, en un lateral del altar.

Además, el asiento de la sede siempre es desocupado. En su lugar se coloca una estola, un símbolo que representa que estos celebradores de la Palabra han sido enviados por el sacerdote.


«Necesitamos rezar para que haya más sacerdotes»

A pesar de la gratitud de los cristianos que se acercan todos lo