• hace 3 años
Tremendamente interesante la disección que hace Juan Francisco Lamata en su entrega inicial del 'Expediente de la Semana'.

Diserta el autor del Extintor sobre la profusión con que se usa en los medios de comunicación españoles la palabra 'facha' y sentencia, aportando pruebas que la izquierda repiten en la actualidad con Santiago Abascal VOX), lo mismo que hacía con José María Aznar (PP).

Mal que hacen a la democracia los periodistas y políticos que sacrifican la realidad a la ideología, pero eso es lo que tenemos y les debe funcionar, a la vista del tiempo y esfuerzo que dedican a ello.

Pablo Iglesias pronunció una «alerta antifascista» cuando la izquierda perdió las elecciones andaluzas de diciembre de 2018.

Sus seguidores, junto a los socialistas, rodearon el Parlamento andaluz y tomaron las calles. Los otros eran «fachas».

No hubo un repudio general a esa actitud autoritaria por la tolerancia hacia esas maniobras si proceden de la izquierda, y a que el término ha pasado al lenguaje corriente y al imaginario colectivo para todo aquello contrario al ideal socialista.

Así, «fachas» son los Reyes Católicos o el almirante Cervera, Cristobal Colón, los vencedores de la Batalla de Lepanto y por supuesto los dos partidos del centro-derecha español.

Lo acongojante y poco dice del nivel cultural, educativo o social de España, es que sin rubor y en medio públicos califican como propio de «fachas» el uso de los símbolos nacionales como la bandera, o incluso la aplicación de la Constitución para el mantenimiento de la unidad de la Patria cuando hay un golpe separatista.

Respecto al término 'facha', recordar que deriva de la pronunciación de las italianas «fascio» y «fascista».

El origen no está en el uso que el fascismo pudiera darle en su propaganda, sino justamente al contrario: en la propaganda comunista.

El término era útil para los ojo: era posible vincular el concepto político con la cercanía a la definición popular de «facha» como alguien con mal aspecto, un «mamarracho, adefesio», dice el diccionario de la RAE, y como sinónimo despectivo de «fascista», entendida como persona de «ideología política reaccionaria».

Esa superficialidad del discurso actual, que tiene una intencionalidad, no solo está en las palabras de partidos de izquierdas, sino que se ha adueñado de los medios de comunicación.

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