• hace 3 años
Ni subiéndose a la montaña rusa más alta del mundo y con las curvas más imposibles lo hubiese podido pasar peor.

Carmen Ibanco, mujer del socialista Juan Espadas, se las vio y se las deseó en el transcurso de la comisión de investigación en el Parlamento de Andalucía sobre el Caso Faffe, la Fundación Andaluza Fondo de Formación y Empleo, uno de los entes paralelos de la Junta de Andalucía en la etapa socialista que fue absorbido por el Servicio Andaluz de Empleo junto con toda su plantilla.

Ángela Mulas, diputada de VOX, tenía preparada una batería inagotable de preguntas que formular a tal respecto a la esposa del alcalde de Sevilla y presumible candidato a la Junta de Andalucía por el PSOE.

La principal cuestión estribaba en la forma en la que Ibanco consiguió entrar en la Faffe porque, curiosamente, había un período de admisión de solicitudes del 21 de enero al 22 de febrero de 2007, anunciado en el diario El País, pero curiosamente a ella la contratan a los diez días de mandar los requisitos exigidos.

La representante del partido de Abascal comenzaba a desgranar sus preguntas:

¿Cómo a usted la contratan el 1 de febrero de 2007 cuando la oferta pública pone que la fecha límite para depositar las solicitudes acababa el 22 de febrero? ¿Qué pasa con todos esos andaluces que quisieron acceder a esa solicitud pública desde el 1 de febrero al 22 de febrero de 2007?

Ibanco, con cara de topo, respondía sorprendida:

No entiendo, yo contesté al anuncio tal cual me indicaban. No voy a responder porque no tengo nada que responder.

El siguiente asalto fue todavía más descacharrante. Mulas le preguntaba por las funciones que la mujer de Espadas tenía que realizar en la Faffe. La respuesta, un monumento al esperpento más absoluto:

Yo cuando voy a mi trabajo me siento en mi ordenador, veo mi correo electrónico y voy haciendo el trabajo que tengo que hacer dependiendo del proyecto en el que estoy asignada en ese momento.

La diputada de VOX le reclamaba más concreción a la hora de hablar sobre los proyectos que tenía que sacar adelante, pero de nuevo Carmen Ibanco se iba, nunca mejor dicho, por los cerros de Úbeda:

No voy a permitir que me falte al respeto y no le voy a contestar.

La guinda final es para levantarse del asiento y flamear los pañuelos. Mulas requería saber cuál era el programa o programas informáticos con los que Ibanco trabajó en la Faffe. 

Como diría un clásico, si en mi casa preguntan por ajos, digo que tengo manzanas:

Pues como cualquier trabajador utilizaba el ordenador con un sistema operativo como el Word Perfect (un editor de textos).

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