Perdiguero, el policía sancionado por referirse a Iglesias como "el del moño", no se muerde la lengua

  • hace 3 años
Tiene Alfredo Perdiguero el defecto o mejor dicho la virtud, porque ya tiene mérito abrir la boca y decir en voz alta lo que se piensa, de no morderse nunca la lengua.

Pero no es eso, según me da entender, lo que le ha convertido en el subinspector de la Policía Nacional más expedientado de la Historia de España.

No que no perdonan a Perdiguero desde las alturas es que haya osado ser candidato en las listas de VOX en unas elecciones.

Ejerce desde hace años como sindicalista, primero como portavoz en la Unión Federal de la Policía (UFP) y después pasó a liderar el Sindicato Independiente de Policía Española (SIPE).

Muy activo en medios de comunicación, tiene 50.000 seguidores en Twitter.

No se arruga a pesar del acoso y en su expediente hay hasta una suspensión de tres meses de empleo y sueldo, por referirse a Pablo Iglesias, como ‘el del moño’.

El subinspector de la Policía comenta con sorna que, cuando armaban el expediente disciplinario le preguntaron por qué te refieres al vicepresidente del Gobierno como ‘el del moño’».

Yo fui muy claro y le dije al instructor: antes era ‘el coletas’, ahora es ‘el del moño’ porque ¡lleva un moño!».

«Me parece tan indignante que se destinen recursos policiales a depurar posibles responsabilidades con todo lo que hay que hacer en Interior».

Tiene claro Perdiguero que con este tipo de sanciones lo que se busca callar a quien discrepe.

«La libertad de expresión que se refiere en todo nuestro ordenamiento jurídico, es para ellos. Es decir, su libertad de expresión no sirve para el que dice algo que se sale del sectarismo del pensamiento único».
«Si nosotros, fuera de servicio, no podemos hacer declaraciones dentro de la legalidad, dentro de la normalidad, sin decir ningún improperio ni ninguna barbaridad, no tenemos libertad de expresión».
«Entonces, ¿qué somos? Yo tengo muy claro que quieren callarnos y que esto sea un ejemplo para los demás».
«A quién levanta la voz o abre la boca, diciendo verdades; le sancionan y eso lo hacen para que el siguiente se lo piense tres veces antes de hablar».