Trilogía Tudor|Doc 03 Parte 1: El desastroso reinado de María Tudor, la reina sanguinaria: Persecuciones marianas, matanza masiva de protestantes, pérdida de Calais, ruina financiera|María encierra a su hermana Isabel en la torre|1554-1558|Cate Blanchett

  • hace 3 años
María Tudor ascendió al trono el 19 de julio de 1553 tras derrocar a Lady Jane Grey, la reina de los 9 días, una adolescente con sangre Tudor a quien John Dudley, lord protector de su hermano Eduardo, intentó coronar para evitar que el catolicismo regresara a Inglaterra (ambos murieron ejecutados por traición unos meses después). Los ingleses, en principio, apoyaron el ascenso de María porque pensaron que no se metería en los asuntos religiosos del reino. Se equivocaron. Ni bien tomó el poder, María revirtió todas las reformas hechas por su padre en los últimos 20 años, volvió a amarrar a Inglaterra con Roma y cometió el error de contraer matrimonio con Felipe II, heredero de la Corona española e hijo del emperador Carlos V, quien esperaba establecer una alianza con Inglaterra para aislar a Francia siguiendo las directrices políticas de los Habsburgo. Felipe, sin embargo, no estaba en absoluto contento con el enlace, y en el futuro ignoraría completamente a su esposa, a quien rara vez visitaba. En 1554, ante la noticia de la inminente boda que sin duda ataría a Inglaterra con los españoles, Tomás Wyatt el joven, nieto del poeta Wyatt, organizó una rebelión para derrocar a María y poner a Isabel, su hermana protestante, en el trono. Tras reprimir la rebelión y matar a los implicados, María ordenó arrestar a su hermana y la encerró en la torre en marzo de 1554.

Con la venia de su primer ministro Gardiner y su nuevo arzobispo católico Reginald Pole, María inició entonces una persecución, arresto y matanza masiva de protestantes por todo el reino. Se calcula que aproximadamente 300 personas, entre ancianos, mujeres embarazadas, ciegos, campesinos, pescadores, todo aquel que poseyera una Biblia en inglés o no siguiera los ritos católicos fue quemado en la hoguera. El carácter público de las ejecuciones, asesinatos en masa de mártires protestantes, quedarían grabadas a fuego en la mente de los ingleses de esa época, sobre todo jóvenes que habían nacido en los últimos 30 años y nunca habían sido perseguidos de forma tan radical. Para colmo, la alianza con España fue un completo fracaso: Inglaterra quedó arruinada por ayudar a los españoles en una guerra inútil con Francia, María nunca pudo tener hijos por un cáncer (tuvo 2 embarazos psicológicos) y, en 1558, los ingleses sufrieron un duro golpe moral al perder Calais, el último bastión que tenían en Europa y su última posesión en Francia.

Isabel fue liberada en mayo de 1554, pero permaneció bajo estricta vigilancia. Robert Dudley, su fiel amigo de infancia y eterno amor, la acompañó en estos momentos de incertidumbre. En tanto, la facción protestante volteaba sus ojos a la joven y hermosa princesa de 24 años, que tenía una visión más tolerante de la religión y pronto se convirtió en su faro de esperanza. María bien pudo firmar su acta de ejecución y matarla, pero por alguna razón nunca lo hizo. Su reinado, un verdadero infierno de terror, acabó con su muerte el 16 de noviembre de 1558 a los 42 años

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