Documentos TV’ profundiza en el negocio del cannabis y se fija en Marruecos. El primer exportador de hachís del mundo produce un millón de kilogramos al año, en su mayoría destinados a los coffee shops de Ámsterdam. La creciente demanda del hachís en Europa alimenta a un ilícito negocio.
La lucrativa ruta del hachís condena a los agricultores marroquíes al miedo y a la pobreza. Más de 40.000 hectáreas de las montañas del norte de Marruecos están dedicadas al cultivo del cannabis, de las que se vienen obteniendo un millón de kilogramos, destinado en su gran mayoría a los coffee shops de los Países Bajos. Sin embargo, para los agricultores de siempre que trabajan esas tierras, no todo el monte es orégano. Una cuarta parte de ellos se enfrenta a cargos, porque el gobierno marroquí los sanciona por cultivar cannabis.
A pesar de que cultivar hachís en Marruecos es ilegal, en los últimos tiempos inversores occidentales han comenzado a suministrar semillas genéticamente modificadas, dada la creciente demanda del hachís en Europa. Esto ha contribuido a hacer del Reino Alauí el primer país exportador mundial de cannabis.
Buena parte de esa extensa producción va destinada a los más de 200 coffee shops de Amsterdam, la cara amable de este ilícito y lucrativo negocio, que genera beneficios a vendedores y narcotraficantes, ante la cómplice y permisiva mirada de las autoridades.
‘La lucrativa ruta del hachís’ esclarece el despropósito jurídico que rodea al negocio del cannabis, desde el origen en Marruecos, donde los agricultores pueden cultivar la hierba aunque tengan prohibido exportarla y hasta llegar a los Países Bajos, cuya normativa les permite vender hachís pero no importarlo.
La lucrativa ruta del hachís condena a los agricultores marroquíes al miedo y a la pobreza. Más de 40.000 hectáreas de las montañas del norte de Marruecos están dedicadas al cultivo del cannabis, de las que se vienen obteniendo un millón de kilogramos, destinado en su gran mayoría a los coffee shops de los Países Bajos. Sin embargo, para los agricultores de siempre que trabajan esas tierras, no todo el monte es orégano. Una cuarta parte de ellos se enfrenta a cargos, porque el gobierno marroquí los sanciona por cultivar cannabis.
A pesar de que cultivar hachís en Marruecos es ilegal, en los últimos tiempos inversores occidentales han comenzado a suministrar semillas genéticamente modificadas, dada la creciente demanda del hachís en Europa. Esto ha contribuido a hacer del Reino Alauí el primer país exportador mundial de cannabis.
Buena parte de esa extensa producción va destinada a los más de 200 coffee shops de Amsterdam, la cara amable de este ilícito y lucrativo negocio, que genera beneficios a vendedores y narcotraficantes, ante la cómplice y permisiva mirada de las autoridades.
‘La lucrativa ruta del hachís’ esclarece el despropósito jurídico que rodea al negocio del cannabis, desde el origen en Marruecos, donde los agricultores pueden cultivar la hierba aunque tengan prohibido exportarla y hasta llegar a los Países Bajos, cuya normativa les permite vender hachís pero no importarlo.
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