Le mentí a mi mejor amiga ciega sobre quién era su novio en verdad

  • hace 4 años
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Hola a todos, soy Nika, y tengo 23 años. Esta es Samantha, mi mejor amiga. Se parece a Robinson Crusoe, quien vivía en una isla desierta. Tiene el pelo sucio y la ropa rota. Y, desafortunadamente, es mi culpa que ella esté en este estado. Pero vayamos al principio.

Samantha y yo hemos sido amigas desde el penúltimo año de preparatoria y siempre hemos tenido una buena relación. Ella era como una batería que nunca se agotaba. Nunca se quedaba quieta y estaba constantemente en movimiento. Además, era increíblemente hermosa, y la mitad de los chicos de la escuela y la universidad estaban enamorados de ella. Siempre me gustó estar cerca de ella porque yo también recibía mucha atención. Pero esa no era una relación unilateral. Samantha me valoraba, y decía que todos esos chicos no valían ni la mitad que yo. Por desgracia, su vida cambió mucho, y, como consecuencia, la mía también. Un fotógrafo le ofreció a Samantha la oportunidad de participar en una inusual sesión de fotos. Samantha se vistió con un elegante vestido de noche y fuimos a un edificio abandonado. La idea fue interesante, y las fotos resultaron muy buenas. Pero entonces, Samantha quiso que le tomaran una foto en el techo. Posó justo en el borde y se puso en posiciones muy peligrosas. De pronto, perdió el equilibrio y... se cayó. Por un par de segundos, el fotógrafo y yo nos quedamos parados en shock. Luego corrimos hacia abajo. Gracias a Dios, el edificio no era alto, y ella no se había roto nada. Pero se golpeó la cabeza muy fuerte y tuvo que ser llevada al hospital.

Los médicos hicieron todas las pruebas necesarias y resulta que Samantha tuvo mucha suerte, ya que solo tuvo una conmoción cerebral. O sea, podría haberse roto todos los huesos de su cuerpo, o incluso haber muerto. Le recetaron algunos medicamentos y le ordenaron permanecer en cama. Por unos días, estuve con Samantha todo el tiempo para ayudarla con las tareas domésticas mientras se recuperaba. Todo parecía estar bien, pero después de un tiempo, empezó a notar que su visión estaba deteriorándose. Yo estaba muy asustada por ella y literalmente la arrastré al médico. Su diagnóstico fue decepcionante. Samantha tenía algo malo con sus nervios ópticos y necesitaba una cirugía. Pero el hecho es que ella se negó rotundamente a operarse. Estaba muy asustada y nadie podía convencerla de que se operara, incluso bajo la amenaza de una pérd

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