Las ventajas de ser cabezón.
Porque ha sido gracias al volumen de su cabeza y a sus prominentes orejas, a lo que el niño debe la vida.
Quedó pillado allá arriba y pudo ser rescatado antes de caer al vacío.
Un niño taiwanés de cuatro años, al que sus padres habían dejado solo en casa, se salvó de una muerte segura gracias al tamaño de su cabeza, que quedó atorada entre los barrotes del balcón de su apartamento, en un quinto piso, cuando pretendió traspasarlos.
Los hechos tuvieron lugar en la ciudad de Pingtung, en el sur de Taiwán, el sábado 23 de junio.
Los padres habían dejado solo al menor, que sin conciencia del peligro aprovechó para salir al balcón y se coló entre las rejas de seguridad, con pocos centímetros se separación entre unas y otras.
Sin dificultad alguna pasó brazos y piernas, torso completo, y se habría desplomado al vacío de no ser porque su cabeza quedó atrapada entre los barrotes.
Ante la dramática escena, vecinos y transeútes extendieron la lona protectora de un coche para usarla como red de seguridad. Sin embargo, el niño no llegó a caer.
Al lugar acudieron los bomberos y la policía para rescatarlo, y el pequeño, además de un gran susto, sólo resultó con lesiones menores en la cabeza y las orejas.
Porque ha sido gracias al volumen de su cabeza y a sus prominentes orejas, a lo que el niño debe la vida.
Quedó pillado allá arriba y pudo ser rescatado antes de caer al vacío.
Un niño taiwanés de cuatro años, al que sus padres habían dejado solo en casa, se salvó de una muerte segura gracias al tamaño de su cabeza, que quedó atorada entre los barrotes del balcón de su apartamento, en un quinto piso, cuando pretendió traspasarlos.
Los hechos tuvieron lugar en la ciudad de Pingtung, en el sur de Taiwán, el sábado 23 de junio.
Los padres habían dejado solo al menor, que sin conciencia del peligro aprovechó para salir al balcón y se coló entre las rejas de seguridad, con pocos centímetros se separación entre unas y otras.
Sin dificultad alguna pasó brazos y piernas, torso completo, y se habría desplomado al vacío de no ser porque su cabeza quedó atrapada entre los barrotes.
Ante la dramática escena, vecinos y transeútes extendieron la lona protectora de un coche para usarla como red de seguridad. Sin embargo, el niño no llegó a caer.
Al lugar acudieron los bomberos y la policía para rescatarlo, y el pequeño, además de un gran susto, sólo resultó con lesiones menores en la cabeza y las orejas.
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