Lo más curioso y todavía no aclarado del todo, es que España no entró en la II Guerra Mundial, cuando todo empujaba a Franco en ese sentido.
Adolf Hitler, de uniforme marrón pardo, camisa blanco radiante y corbata negra, aguarda inquieto en el andén de la estación ferroviaria de Hendaya.
La localidad francesa, fronteriza con España, marca el límite del territorio conquistado por la Alemania nazi en el primer año de guerra, y hasta allí se ha desplazado el fürher para tratar de agenciarse el apoyo bélico de un aliado nada interesado en saltar a las trincheras si no es con garantías logísticas suficientes.
Unos minutos más tarde, quien baja sonriente del tren recién llegado a Hendaya es Francisco Franco, con un gorro sobre la cabeza y de indumentaria marcial verde caqui.
El dictador español saluda efusivamente a su homólogo alemán y, tras intercambiar unas breves palabras en el andén, comienzan a desfilar brazo en alto delante del destacamento de la Wehrmacht apostado en la estación.
Ese encuentro tuvo lugar el 23 de octubre de 1940, y fue la primera y única vez en la historia que Franco y Hitler se vieron cara a cara.
¿El motivo? Una hipotética intervención española en la II Guerra Mundial; y el resultado es de sobra conocido: el líder nazi consideró excesivas las demandas españolas —Marruecos y otros territorios de África, armamento, alimentos y petróleo— y Franco rechazó rebajarlas.
Adolf Hitler, de uniforme marrón pardo, camisa blanco radiante y corbata negra, aguarda inquieto en el andén de la estación ferroviaria de Hendaya.
La localidad francesa, fronteriza con España, marca el límite del territorio conquistado por la Alemania nazi en el primer año de guerra, y hasta allí se ha desplazado el fürher para tratar de agenciarse el apoyo bélico de un aliado nada interesado en saltar a las trincheras si no es con garantías logísticas suficientes.
Unos minutos más tarde, quien baja sonriente del tren recién llegado a Hendaya es Francisco Franco, con un gorro sobre la cabeza y de indumentaria marcial verde caqui.
El dictador español saluda efusivamente a su homólogo alemán y, tras intercambiar unas breves palabras en el andén, comienzan a desfilar brazo en alto delante del destacamento de la Wehrmacht apostado en la estación.
Ese encuentro tuvo lugar el 23 de octubre de 1940, y fue la primera y única vez en la historia que Franco y Hitler se vieron cara a cara.
¿El motivo? Una hipotética intervención española en la II Guerra Mundial; y el resultado es de sobra conocido: el líder nazi consideró excesivas las demandas españolas —Marruecos y otros territorios de África, armamento, alimentos y petróleo— y Franco rechazó rebajarlas.
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