• hace 5 años
Lejos ha quedado el recuerdo de cuando el Papa Pablo VI bautizo a Latinoamérica como el “Continente de la Esperanza”, hoy convertido en un territorio en plena ebullición político-social que marcha en ruta al apocalipsis: En los últimos meses del año 2019, los estallidos sociales en Haití, Honduras, Ecuador, Bolivia, Chile, Venezuela, y México este último con sus complejos eventos con los carteles de la droga y el estallido de una violencia urbana incontenible, van señalando una tortuosa y explosiva ruta hacia un impredecible pero sin duda, conflictivo destino.

Ahora bien, cuales son los motores que hoy impulsan los movimientos que promueven la desestabilización y la descomposición social en la región: en la arena de las políticas públicas un nuevo jinete conceptual llamado desigualdad, en la arena de los juegos conspirativos, al parecer se ha estado perfilando una satánica alianza entre estrategas y agitadores al servicio del régimen cubano, con dinero y logística venezolana y una sutil y conveniente complicidad de operadores del crimen organizado continental.

Cuando observamos y escuchamos las amenazas que lanzan desde Caracas, Diosdado Cabello y Nicolás Maduro, anunciando un tsunami y brisas bolivarianas justo antes de eventos violentos en distintos países democráticos del hemisferio, que podemos pensar?

A la luz de lo vertiginoso de los acontecimientos, aventurar un pronostico puede resultar temerario para cualquier analista que se preste de ser serio. Los que si es evidente es que la guerra de relatos expande odios por toda America Latina

Estamos experimentando la dictadura de los 15 segundos de Instagram lo que según expertos, representa la máxima atención que un ciudadano en la actualidad va a dispensar a lo que queramos contarle.

Muchos de los partidos y movimientos populista-socialisas de latinoamérica, dirigidos desde la Habana se han transformado en fábricas de miedos a granel. Es su negocio. Su estrategia consiste en aprovechar el pánico que sienten algunos ciudadanos a una sociedad cada vez más compleja.

Gavillas de inadaptados e ignorantes motivados por un populismo romántico que se torna en segundos en una ola de furia y violencia destruyen todo a su paso. El vandalismo es la fotografía a difundir, y todos observamos impavidos la conducta de gobiernos electos y legalmente constituidos renunciando a su obligación de contener a los delicncuentes y criminales. La inmediata consecuencia de este desastre es que al final del camino observamos a delincuentes empoderados y Presidenes asustados, preguntándonos, ¿hasta cuando?

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