Mi nuevo tatuaje me dejó huérfana

  • hace 5 años
¡Nuevas historias animadas de 2019 que sucedieron de verdad!

¡Buenas tardes! Soy Marsha. Tengo 14 años y soy culpable de haber sido una adolescente rebelde. Pensaba que mi abuelita no me quería mucho y yo tampoco la quería, pero ahora se ha ido y sé que tristemente estaba equivocada. Y de verdad siento la necesidad de contarle esta historia a alguien.

Todo comenzó hace poco más de un año cuando mis papás decidieron divorciarse. Fue mi mamá quien un día empacó sus cosas y dejó a mi papá por otro hombre. Aparentemente nunca planeó llevarme con ella, porque tuve que quedarme con mi papá. Él, sin embargo, prefería ser el sostén de la familia, en lugar de un padre, así que tuve que mudarme con su mamá, mi abuelita Ann.

Ella siempre tuvo un temperamento muy duro y éramos como el aceite y el agua. Por ejemplo, cada vez que quería ir a ver a mis amigos, ella me encontraba algunos quehaceres domésticos para que yo los hiciera. Y si me negaba a hacerlo inmediatamente, me castigaba quitándome la conexión a Internet. Y una vez me dio un manotazo en las muñecas porque, como dijo, yo “era muy torpe” mientras lavaba los platos. Esas marcas rojas que me dejó después de que eso sucediera se quedaron allí por 3 días. Claro, traté de quejarme de ella con mi papá, pero a él no le importaba mucho.
Pero entonces hubo un momento... una especie de punto de inflexión en nuestra relación. Dios, es tan difícil hablar de ello ahora mismo. Sabía que la abuela Ann siempre se molestaba con la gente rara de cualquier tipo. Ya fuera un chico con corte mohicano o una chica con un piercing facial. Así que, día tras otro de sus duras expresiones sobre cómo yo debería de comportarme mejor, decidí vengarme.
Me corté todo el pelo y lo teñí de rosa, lo cual sabía que pondría muy furiosa a mi abuelita. Deberías haberla visto cuando llegué a casa con mi nuevo look, ya que ella tenía a un par de sus amigos como invitados. No podía empezar a gritarme ni nada delante de otras personas. Pero me echó una mirada que se suponía me mostraría lo enfadada y decepcionada que estaba conmigo en ese momento. Sabía que iba a ser severamente castigada, pero era un sacrificio digno por su vergüenza pública por tener una nieta tan rara, pensé.
Esto no me pareció suficiente y decidí ir aún más lejos. Como era menor de edad, no podía hacerme un tatuaje real, pero sabía que esto haría que la abuela Ann se volviera loca. Así que le pedí a uno