• hace 5 años
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Ella es Juanita. Es socialmente torpe y un poco tímida e insegura, pero eso no significa que su historia no tenga un final positivo. Todo comenzó en un campus universitario, un día de otoño.

El comienzo del primer año de Juanita fue típicamente estresante para ella. Nunca había podido hacer amigos con facilidad o iniciar conversaciones con desconocidos, pero estaba decidida a convertirse en una persona más feliz, incluso si sabía que no sería fácil. Juanita aún puede recordar ese día en particular, cuando estaba almorzando sola en un banco (como siempre lo hacía), planeando su avance épico en el corazón de la comunidad estudiantil. De repente, sus pensamientos se interrumpieron porque una chica que pasaba cerca le dijo "Hola", ¡e incluso sonrió y la saludó con la mano!

Nunca pensarías que un simple "Hola" podría realmente cambiar el curso de la vida de alguien. Pero ese acto inesperado de comportamiento amigable era todo lo que Juanita necesitaba. Ella le devolvió el saludo tímidamente y pensó: "¡Puedes hacerlo, Juanita!". Lo siguiente que supo fue que ella misma se había unido al club de discusión de libros de los estudiantes.

En ese pequeño círculo de amantes de los libros, Juanita comenzó a sentirse cómoda en presencia de otras personas. Pasó mucho tiempo con los miembros de ese grupo y se involucró profundamente en sus discusiones intelectuales. De vez en cuando, todavía veía a esa chica amigable, y seguía sonriendo y saludando a Juanita cada vez que pasaba por allí. Y luego, un día, ella dijo casualmente: "¡Hola, Juanita!", y se marchó.

¡Guau! ¡Ella sabía su nombre! Ahora Juanita empezaba a sentirse preocupada. Era una de esas situaciones en las que no sabes el nombre de alguien, pero de alguna manera este conoce el tuyo y realmente empiezas a sentir pánico. Juanita pensó para sí misma: "Tal vez debería preguntarle cómo se llama", pero cuando finalmente decidió hacerlo, ya era demasiado tarde.

Entonces, finalmente se resolvió el dilema de Juanita. Se unió al programa de honores y comenzó a tomar clases para su tesis. Y allí estaba en su grupo, esa chica misteriosa, todavía saludándola, feliz como siempre. "No perderé la oportunidad de saber quién es", pensó. Entonces, ocurrió un milagro: gracias al pase de lista, Juanita supo que se llamaba... ¡Ana! Ana, Ana, gracias a Dios, ¡finalmente lo había descubierto! ¡Juanita ya no necesitaba sentir esa incomodidad generalizada!

Y luego vino un golpe.

Alguien dijo: "Oh, entonces, ¿ustedes se conocen? ¿En dónde se conocieron?".

Juanita se quedó mirando a Ana. Ana se quedó mirando a Juanita.

"¡No sé! No sé bien. Hemos estado saludándonos por años, no recuerdo por qué empezamos a hacerlo, ¡y era demasiado tarde para preguntar!”. Juanita podía entender perfectamente la reacción de Ana. Parece que incluso una persona amigable puede ser torpe también.

Sin emb

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