En un movimiento casi imperceptible los carteristas se llevan monederos, relojes y todo tipo de objetos de valor. Desde seguir a la víctima en un grupo de tres para que mientras uno de ellos localiza y le roba la cartera los otros dos oculten los movimientos de su compañero con mapas turísticos, a saludar amistosamente a un desconocido simulando un regate para en realidad robarle el reloj. Con todas estas técnicas consiguen botines de lujo. Las aglomeraciones en el metro son también un botín asegurado, cuanto más cerca, mejor. Son carteristas profesionales que vienen a hacer la temporada de verano, para luego volver a su país con los bolsillos llenos.
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