A Bartolomé "Tolo" Cursach, el mayor empresario nocturno de Mallorca, se le imputan 16 delitos que van desde el cohecho y la extorsión al blanqueo de capitales, pasando por el narcotráfico, la corrupción de menores e incluso el homicidio, por la muerte por sobredosis de dos de sus ex trabajadores.
Todo, según la investigación, para mantener y ampliar un imperio, el del ocio nocturno en Mallorca, que Cursach ha ido amasando en los últimos 40 años. Hoy su grupo empresarial cuenta con macro hoteles en la ciudad de Palma y Magaluf, algunas de las mayores discotecas de la isla como Pachá, Tito´s o el BCM, restaurantes y también gimnasios. En total unos 30 locales.
La investigación, que continúa abierta, sitúa al empresario en el centro de una trama dedicada a corromper a policías locales y funcionarios para obtener favores que le permitirían controlar el negocio de la noche mallorquina, actividades en las que podría estar implicado uno de sus socios, también detenido, Antoni Bergas, ex mando de la policía local de Palma y después empleado de Cursach. El juez decidió dejarlo en libertad bajo fianza pero no lo hizo con su jefe ni con uno de los principales socios de este, Bartomeu Sbart. A los dos los envió a prisión sin posibilidad de fianza por la gravedad de las acusaciones, porque podrían fugarse y porque podrían destruir pruebas o amenazar a posibles testigos del caso.
Todo, según la investigación, para mantener y ampliar un imperio, el del ocio nocturno en Mallorca, que Cursach ha ido amasando en los últimos 40 años. Hoy su grupo empresarial cuenta con macro hoteles en la ciudad de Palma y Magaluf, algunas de las mayores discotecas de la isla como Pachá, Tito´s o el BCM, restaurantes y también gimnasios. En total unos 30 locales.
La investigación, que continúa abierta, sitúa al empresario en el centro de una trama dedicada a corromper a policías locales y funcionarios para obtener favores que le permitirían controlar el negocio de la noche mallorquina, actividades en las que podría estar implicado uno de sus socios, también detenido, Antoni Bergas, ex mando de la policía local de Palma y después empleado de Cursach. El juez decidió dejarlo en libertad bajo fianza pero no lo hizo con su jefe ni con uno de los principales socios de este, Bartomeu Sbart. A los dos los envió a prisión sin posibilidad de fianza por la gravedad de las acusaciones, porque podrían fugarse y porque podrían destruir pruebas o amenazar a posibles testigos del caso.
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