Es el que mejor conocía donde guardaban todo, donde tenían escondido el mayor arsenal que ETA tenía en nuestro país. Por eso, Aitor Esnaola llevó a la Guardia Civil a cada uno de esos lugares. Descubrió que una cuadra puede ser algo más que el lugar en el que descansa el rebaño. Bajo ese falso suelo, tenía 100 kilos de nitrato amónico y un revolver tan perfectamente envuelto que al quitarle el plástico aún brillaba. Igual que la munición o que sobre la alfombra de casa se puede convivir con un temporizadorpaso a paso, Esnaola trazó ante los agentes la ruta más macabra de la banda terrorista. La que tenía sembrado el monte de agujeros y dentro de ellos bidones cargados de explosivos. Así hasta llegar a dos toneladas y dejar al descubierto un auténtico polvorín.
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