Vuelve a tener en sus manos su bien más preciado, un tirachinas que les construyó su abuelo hace más de 20 años. Lo llevaba siempre colgado del espejo retrovisor del coche. Su novio conducía el coche cuando la Policía, en un control rutinario, se lo requisó por ser un arma peligrosa y le multaron además con 300 euros. Al final recurrió y pudo recuperarlo, aunque por si acaso ha decidido guardarlo en casa. Un juguete de la infancia, que la Policía convirtió en arma peligrosa, ha vuelto a ser un recuerdo con gran valor sentimental.
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