• hace 5 años
Me acerqué hace años a uno de los tantos tahures que copaban la peatonal San Martín de Mar del Plata. Indignado por las trampas que hacían para ganar dinero fácil de los pobres incautos que decidían apostar su dinero, le dije a uno de ellos: "Usted cambia la carta distinta por otra cuando distrae con pedantería a las personas".
Me miró tenaz y desafiante, y me respondió frenéticamente: " Yo nunca hago eso. Mi juego es honesto y el dinero lo gano limpiamente. ¿Quiere que le haga una demostración?".
Acepté rotundamente.
"No pierdas de vista el as. La única distinta en palo y, además, en dorso".
No le saqué de vista de encima al as ni por un segundo. Y así y todo, me engañó...