Un camión cisterna cargado con gas propileno circula por la nacional 340, lleva recorridos más de 100 Km y está a punto de llegar al municipio de Alcanar . Son las 14.30 cuando circula por el tramo donde está ubicado el camping de Alfaques en el que veranean más de 400 personas. Las altas temperaturas y el exceso de carga provocan que la cisterna del camión explote.
"Recuerdo haber visto un objeto volar. Nos quedamos todos mirando al cielo hasta que cayó y cuando cayó pues sé que hubo una explosión muy fuerte y a partir de ahí muchísimas explosiones", comenta Laura Giménez, una superviviente.1
Lo que ve Laura volar es la cisterna del camión cargado de gas, que cuando cae al suelo forma una gran bola de fuego que se come las caravanas y las tiendas que encuentra a su paso y acaba con la vida de muchos campistas. El horror se multiplica porque explotan todas las bombonas de butano y los coches de los veraneantes.
Las llamas recorren la zona sur del camping y afectan a un radio de 300 metros. Más de cien turistas mueren calcinados. Los campistas que tienen mas cerca la playa intentan salvar sus vidas tirándose al mar, pero la lengua de fuego calienta de forma espectacular el agua que alcanza una temperatura de 2000 grados. Ninguno logra sobrevivir.
Los bomberos y los equipos sanitarios llegan a los pocos minutos y se encuentran con el infierno. Doscientas quince personas pierden la vida.
En segundos, los cuerpos de más de 100 campistas se convierten en estatuas de carbón y los coches y las tiendas quedan destrozados por las llamas. Un centenar de turistas resultan heridos. La mayoría agonizan unas horas más hasta morir en el hospital porque las quemaduras son demasiado graves.
El reloj se para a las 14.36
La noticia del accidente es portada en media Europa porque la mayoría de los campistas son alemanes, franceses y belgas. La palabra más utilizada por los corresponsales y los enviados especiales para definir lo que encuentran cuando llegan a 'Los Alfaques' es infierno.
La confusión se apodera del camping. Los servicios de emergencia intentan sin éxito localizar supervivientes y empiezan a contabilizar los muertos y heridos. Es una tarea complicada, porque el archivo donde se registran los turistas también se quema.
El cuerpo del conductor del camión queda irreconocible pero inexplicablemente su reloj no es pasto de las llamas. Las manecillas se paran a las 14.36. La hora en la que se produce el accidente. 2
La cifra de muertos varían conforme se pasan los días cuando se encuentran nuevos cadáveres y en los hospitales fallecen la mayoría de los heridos que tienen casi todo el cuerpo quemado. Durante algunas semanas los propios campistas hacen balance de la explosion y apuntan en una pizarra los nombres de los muertos y los supervivientes.
Un equipo de seis forenses se emplea a fondo para identificar a las víctimas mortales. El trabajo se prolonga durante seis meses. En enero de 1979, medio año después de la explosion, se da por finalizada la iden
"Recuerdo haber visto un objeto volar. Nos quedamos todos mirando al cielo hasta que cayó y cuando cayó pues sé que hubo una explosión muy fuerte y a partir de ahí muchísimas explosiones", comenta Laura Giménez, una superviviente.1
Lo que ve Laura volar es la cisterna del camión cargado de gas, que cuando cae al suelo forma una gran bola de fuego que se come las caravanas y las tiendas que encuentra a su paso y acaba con la vida de muchos campistas. El horror se multiplica porque explotan todas las bombonas de butano y los coches de los veraneantes.
Las llamas recorren la zona sur del camping y afectan a un radio de 300 metros. Más de cien turistas mueren calcinados. Los campistas que tienen mas cerca la playa intentan salvar sus vidas tirándose al mar, pero la lengua de fuego calienta de forma espectacular el agua que alcanza una temperatura de 2000 grados. Ninguno logra sobrevivir.
Los bomberos y los equipos sanitarios llegan a los pocos minutos y se encuentran con el infierno. Doscientas quince personas pierden la vida.
En segundos, los cuerpos de más de 100 campistas se convierten en estatuas de carbón y los coches y las tiendas quedan destrozados por las llamas. Un centenar de turistas resultan heridos. La mayoría agonizan unas horas más hasta morir en el hospital porque las quemaduras son demasiado graves.
El reloj se para a las 14.36
La noticia del accidente es portada en media Europa porque la mayoría de los campistas son alemanes, franceses y belgas. La palabra más utilizada por los corresponsales y los enviados especiales para definir lo que encuentran cuando llegan a 'Los Alfaques' es infierno.
La confusión se apodera del camping. Los servicios de emergencia intentan sin éxito localizar supervivientes y empiezan a contabilizar los muertos y heridos. Es una tarea complicada, porque el archivo donde se registran los turistas también se quema.
El cuerpo del conductor del camión queda irreconocible pero inexplicablemente su reloj no es pasto de las llamas. Las manecillas se paran a las 14.36. La hora en la que se produce el accidente. 2
La cifra de muertos varían conforme se pasan los días cuando se encuentran nuevos cadáveres y en los hospitales fallecen la mayoría de los heridos que tienen casi todo el cuerpo quemado. Durante algunas semanas los propios campistas hacen balance de la explosion y apuntan en una pizarra los nombres de los muertos y los supervivientes.
Un equipo de seis forenses se emplea a fondo para identificar a las víctimas mortales. El trabajo se prolonga durante seis meses. En enero de 1979, medio año después de la explosion, se da por finalizada la iden
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