La miel de La Secreta, el dulce producto con el sello de la paz de Colombia

  • hace 6 años
La Secreta (Colombia), 3 mar (EFE).- (Imágenes: Juan Carlos Gomi).-En las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta campesinos colombianos que fueron desplazados por la violencia han empezado a rehacer sus vidas con un proyecto dulce, la producción de miel de abejas de calidad superior que sueñan con exportar.
La miel es junto con el café uno de los productos en los que cifran sus esperanzas de paz y progreso los habitantes de La Secreta, una comunidad perdida en las montañas del norte del país a la que se llega por una trocha estrecha y sinuosa y que en los años noventa sufrió, como muchas otras, la violencia paramilitar.
"Esa miel, por la característica de la vegetación, es una miel orgánica que no tiene influencia de contaminantes, de combustibles, de insecticidas, lo que genera un valor agregado", dijo a Efe sobre las bondades del producto el director territorial de la gubernamental Unidad de Restitución de Tierras (URT), Rodrigo Torres.
Esa apreciación la comparte el experto Alfonso Franky, instructor del programa de apicultura de La Secreta, que tiene el apoyo de Naciones Unidas, y quien considera que la gente puede comprar miel producida en las faldas de la Sierra Nevada "con la garantía que es un cosa pura donde no hay contaminantes".
Mientras extrae panales rebosantes de miel de un apiario situado bajo la vegetación frondosa en una ladera de difícil acceso, Franky explica que el entorno de la Sierra Nevada ofrece unas magníficas condiciones para la apicultura porque el aire de la zona es puro por ser un lugar remoto y, además, la vegetación produce el alimento que las abejas necesitan.
"Este es el éxito que tiene este proyecto, que la Sierra da esto, los árboles dan esto, no hay que traer insumos para que produzcan la miel", afirma.
La tragedia de La Secreta comenzó el 12 de octubre de 1998 cuando más de 50 paramilitares armados llegaron a la zona y, lista en mano, separaron a diez personas que fueron torturadas y asesinadas, lo que forzó al resto de vecinos a abandonar todo para buscar refugio en las cercanas ciudades de Ciénaga y Santa Marta, en el departamento caribeño de Magdalena.
Gleidys Ríos García, que nació y creció en La Secreta, recuerda que los problemas empezaron en los años 80 con la "bonanza de la marihuana" en las faldas de la Sierra Nevada, y luego llegaron los grupos guerrilleros, y detrás de ellos "entraron los paracos" asesinando a quienes creían que apoyaban a los rebeldes.
"Ahí toda la vereda (aldea) nos fuimos en el año 98, esto quedó, como dicen por ahí, que los perros aullaban", afirmó Ríos a Efe.
Seis años después, cansados de peregrinar por tierras que no eran suyas, los campesinos comenzaron a regresar a La Secreta y en 2012 empezaron a recibir asistencia de la Unidad de Restitución de Tierras para que iniciaran programas productivos de café, frutales, ganado y apicultura.
"Cuando los paracos se desmovilizaron aquí en el 2006 (...) nos vinimos, empezamos entonces a entrar, y encontramos todo e

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