• hace 7 años
El software de inteligencia artificial constituye el cerebro de Sophia. Está soportado por una red de blockchain que facilita un aprendizaje casi exponencial a través de las interacciones del robot con los nodos conectados.

Aunque por ahora nos encontremos en una localización casi plana de esta curva de aprendizaje, Sophia supone un antes y un después en robótica avanzada. Es mucho más social, ha recibido una ciudadanía y es parcialmente consciente de sí misma.

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