Se anunció como una “revolución” que pondría de rodillas al narcotráfico, pero su puesta en marcha ha sido lenta y polémica, y está llena de fantasmas…
Desde la primera quincena de julio, Uruguay se ha convertido en el primer país del mundo que controla el mercado del cannabis desde su cultivo hasta su venta final con fines médicos o lúdicos. La ley que lo autoriza fue impulsada por el expresidente José Mújica en 2013, y estaba previsto que entrara en vigor el año siguiente. A la normativa siguieron varios decretos y ordenanzas concernientes a la reglamentación del uso medicinal de la marihuana, y su comercialización y venta para uso recreativo.
Cuatro años más tarde, con Mújica fuera del poder, la ley entra en vigor casi a regañadientes. Se han creado los registros de consumidores y de productores para el autoconsumo. Y el Estado controla el cultivo, empaquetado y venta de marihuana a través de una treintena de farmacias. La marihuana, de gran calidad, se vende en botes de cinco gramos a un precio equivalente a 1,3$ el gramo, tres veces más barato en el mercado ilegal. Los usuarios solo pueden comprar 10 gramos por semana.
La experiencia uruguaya está siendo seguida por Gobiernos de todo el mundo que, como Mújica, buscan nuevas vías para luchar contra el narcotráfico. Sin embargo, los detractores de la ley, entre los que se cuenta el propio sucesor de Mújica, se han armado de argumentos en contra de la normativa:
- Lejos de reducirse, el tráfico ilegal de marihuana parece haberse incrementado. En el último año, las fuerzas del orden uruguayas se incautaron de casi 4.400 kilos de esta droga, un 75% más que en 2015.
- El consumo también se ha extendido entre los jóvenes superando por vez primera al consumo de tabaco.
Sin embargo, solo a partir de ahora se podrán conocer la verdaderas repercusiones de una ley que, sobre el papel, lo tenía todo para arrebatar el mercado de la marihuana a los narcotraficantes. La ONU sigue de cerca la experiencia y habla de ella en su último informe sobre la lucha mundial contra las drogas.
Desde la primera quincena de julio, Uruguay se ha convertido en el primer país del mundo que controla el mercado del cannabis desde su cultivo hasta su venta final con fines médicos o lúdicos. La ley que lo autoriza fue impulsada por el expresidente José Mújica en 2013, y estaba previsto que entrara en vigor el año siguiente. A la normativa siguieron varios decretos y ordenanzas concernientes a la reglamentación del uso medicinal de la marihuana, y su comercialización y venta para uso recreativo.
Cuatro años más tarde, con Mújica fuera del poder, la ley entra en vigor casi a regañadientes. Se han creado los registros de consumidores y de productores para el autoconsumo. Y el Estado controla el cultivo, empaquetado y venta de marihuana a través de una treintena de farmacias. La marihuana, de gran calidad, se vende en botes de cinco gramos a un precio equivalente a 1,3$ el gramo, tres veces más barato en el mercado ilegal. Los usuarios solo pueden comprar 10 gramos por semana.
La experiencia uruguaya está siendo seguida por Gobiernos de todo el mundo que, como Mújica, buscan nuevas vías para luchar contra el narcotráfico. Sin embargo, los detractores de la ley, entre los que se cuenta el propio sucesor de Mújica, se han armado de argumentos en contra de la normativa:
- Lejos de reducirse, el tráfico ilegal de marihuana parece haberse incrementado. En el último año, las fuerzas del orden uruguayas se incautaron de casi 4.400 kilos de esta droga, un 75% más que en 2015.
- El consumo también se ha extendido entre los jóvenes superando por vez primera al consumo de tabaco.
Sin embargo, solo a partir de ahora se podrán conocer la verdaderas repercusiones de una ley que, sobre el papel, lo tenía todo para arrebatar el mercado de la marihuana a los narcotraficantes. La ONU sigue de cerca la experiencia y habla de ella en su último informe sobre la lucha mundial contra las drogas.
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