‘Condenados a morir de hambre, los cubanos tuvieron que inventar la vida otra vez desde el principio’.
‘Desarrollaron una tecnología de la necesidad y una economía de la escasez’, comienzo con estas magistrales palabras de Gabriel García Márquez que ilustra la energía que traía dentro quien organizó al pueblo para llegar a eso: oponerse a la hegemonía de Estados Unidos, y sufrir la consecuencia despiadada por no alinearse al gran poder de los ricos del mundo.
Así, moviendo al mundo, porque no sólo fue Cuba, sino la inspiración para millones de jóvenes y movimientos, guerrillas, y revoluciones de actitud en todo el mundo, así... no se fue, sino se queda Fidel Castro para siempre en la historia de la humanidad.
Como uno de los líderes que más resistió. Resistió el ataque desde Eisenhower hasta Obama, resistió quedarse solo y su pueblo, se le fue la Unión Soviética (URSS): cuando McDonald´s abría una sucursal en el Kremlin, en Moscú, Fidel al revés, en Cuba, se puso más severo con el imperialismo. Resistió que lo intentaran matar más de 600 veces.
Resistió decenas de enfermedades y cirugías. Resistió la cárcel, resistió más de 5 décadas de feroz embargo. Resistió la muerte. Resistió el ataque de la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU. (CIA, en inglés), pero lo que no resistió fue el amor a los desprotegidos.
Fidel Castro, hijo de la nobleza y de la riqueza, hijo de un millonario, un hijo que no pudo soportar cómo los que estaban alrededor de la finca de su padre, tenían que sufrir del desprecio, la pobreza y la humillación. Enfurecido en 1953 asaltó el Cuartel Moncada, que lo llevó a la cárcel. Viajó a México para tomar fuerzas y regresó con el ‘Che’ Guevara en 1956 para cambiar la historia de la geopolítica.
Quizá eso fue lo que nunca resistió, la inmovilidad a no hacer nada. Puso un gobierno de izquierda a escasos kilómetros de EE.UU., y puso misiles nucleares, por si acaso, al hacer pacto con los rusos. Fidel Castro, sol naciente para los pobres que les llevó educación y salud que nunca hubieran alcanzado. Fidel Castro, controvertido para sus detractores que lo acusaban de dictador.
Fidel Castro, quien en 2003, dijo: ‘yo sí admito que soy un dictador, soy un dictador de mí mismo, esclavo del pueblo, es lo que soy’. Un Fidel soñador que anhelaba con un mundo donde todos fueran ricos, iguales y donde los derechos del pueblo estuvieran sobre todas las cosas. – ¿Cómo se va a conseguir eso, comandante?, le pregunta la periodista mexicana Carmen Lira Sade en una de sus últimas respuestas. – Educando… educando y creando amor y confianza. Respondió, Fidel.
En este episodio también hay preguntas, de su vida, de su camino, de su herencia y de qué pasará con Cuba. En ‘Detrás de la Razón’, nosotros preguntamos, los analistas contestan y usted en su casa concluye. Y si la realidad hace lo que quiere, entonces nosotros volveremos a preguntar. Lo importante es detectar las aristas que no nos dicen.
El análisis, las preguntas y respuestas a las nueve treinta de la noche, desde los estudios de Teherán; Londres, siete de la tarde, México y Colombia, una de la tarde; Madrid, ocho de la noche.
Por: Roberto de la Madrid.
‘Desarrollaron una tecnología de la necesidad y una economía de la escasez’, comienzo con estas magistrales palabras de Gabriel García Márquez que ilustra la energía que traía dentro quien organizó al pueblo para llegar a eso: oponerse a la hegemonía de Estados Unidos, y sufrir la consecuencia despiadada por no alinearse al gran poder de los ricos del mundo.
Así, moviendo al mundo, porque no sólo fue Cuba, sino la inspiración para millones de jóvenes y movimientos, guerrillas, y revoluciones de actitud en todo el mundo, así... no se fue, sino se queda Fidel Castro para siempre en la historia de la humanidad.
Como uno de los líderes que más resistió. Resistió el ataque desde Eisenhower hasta Obama, resistió quedarse solo y su pueblo, se le fue la Unión Soviética (URSS): cuando McDonald´s abría una sucursal en el Kremlin, en Moscú, Fidel al revés, en Cuba, se puso más severo con el imperialismo. Resistió que lo intentaran matar más de 600 veces.
Resistió decenas de enfermedades y cirugías. Resistió la cárcel, resistió más de 5 décadas de feroz embargo. Resistió la muerte. Resistió el ataque de la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU. (CIA, en inglés), pero lo que no resistió fue el amor a los desprotegidos.
Fidel Castro, hijo de la nobleza y de la riqueza, hijo de un millonario, un hijo que no pudo soportar cómo los que estaban alrededor de la finca de su padre, tenían que sufrir del desprecio, la pobreza y la humillación. Enfurecido en 1953 asaltó el Cuartel Moncada, que lo llevó a la cárcel. Viajó a México para tomar fuerzas y regresó con el ‘Che’ Guevara en 1956 para cambiar la historia de la geopolítica.
Quizá eso fue lo que nunca resistió, la inmovilidad a no hacer nada. Puso un gobierno de izquierda a escasos kilómetros de EE.UU., y puso misiles nucleares, por si acaso, al hacer pacto con los rusos. Fidel Castro, sol naciente para los pobres que les llevó educación y salud que nunca hubieran alcanzado. Fidel Castro, controvertido para sus detractores que lo acusaban de dictador.
Fidel Castro, quien en 2003, dijo: ‘yo sí admito que soy un dictador, soy un dictador de mí mismo, esclavo del pueblo, es lo que soy’. Un Fidel soñador que anhelaba con un mundo donde todos fueran ricos, iguales y donde los derechos del pueblo estuvieran sobre todas las cosas. – ¿Cómo se va a conseguir eso, comandante?, le pregunta la periodista mexicana Carmen Lira Sade en una de sus últimas respuestas. – Educando… educando y creando amor y confianza. Respondió, Fidel.
En este episodio también hay preguntas, de su vida, de su camino, de su herencia y de qué pasará con Cuba. En ‘Detrás de la Razón’, nosotros preguntamos, los analistas contestan y usted en su casa concluye. Y si la realidad hace lo que quiere, entonces nosotros volveremos a preguntar. Lo importante es detectar las aristas que no nos dicen.
El análisis, las preguntas y respuestas a las nueve treinta de la noche, desde los estudios de Teherán; Londres, siete de la tarde, México y Colombia, una de la tarde; Madrid, ocho de la noche.
Por: Roberto de la Madrid.
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