Indonesia celebra unas presidenciales cruciales para el país

  • hace 10 años
190 millones de electores elegirán este miércoles entre Prabowo Subianto, el exgeneral representante de la antigua élite autocrática y Joko Widodo, el outsider que encarna una nueva clase de dirigentes políticos. La elección de Prabowo hace temer una vuelta al autoritarismo, la de Jokowi, la continuación de las reformas democráticas.

A pocas horas de los comicios, sigue sin haber un favorito claro.

Firman Noor. Analista del Indonesian Institute of Sciences:
“Todavía somos incapaces de predecir quién ganará. Todo indica que será una pugna muy reñida”.

Populista y nacionalista, Prabowo Subianto, de 62 años, ha hecho campaña denunciando la corrupción, aunque en su entorno cercano hay varias personas implicadas en casos de corrupción, un mal endémico en el país.
Nacido en una familia acomodada, Subianto estuvo casado con una de las hijas del dictador Suharto y formaba parte de su círculo íntimo.

Militar de carrera, se le acusa de haber ordenado el secuestro de militantes a favor de la democracia al final de la era Suharto y de exacciones en Timor Este. Algunos le atribuyen un golpe de Estado fallido tras la caída de Suharto en 1998.
Subianto ha atacado a su rival acusándole de ser una marioneta a sueldo de “capitalistas en el extranjero” dando a entender que es chino y cristiano, una mentira que puede resultar fatal en un país con un 87% de musulmanes.

Prácticamente desconocido por el gran público hace dos años, Joko Widodo, apodado Jokowi, ha protagonizado un ascenso fulgurante. Procedente de una familia humilde, se lanzó con éxito al mundo empresarial e inició su carrera política en la alcaldía de Solo. Avalado por sus buenos resultados en esa ciudad, en 2012 se convirtió en Gobernador de Yakarta, la capital con 10 millones de habitantes. También su gestión de la megalópolis ha sido muy alabada por haber introducido un sistema de tarjetas para facilitar el acceso a la sanidad y a la educación de los más pobres.

Carismático y con un estilo desenfadado, las prioridades del político de 53 años son la lucha contra la pobreza y contra la corrupción que gangrena al país. Por ahora no se ha visto implicado judicialmente en ningún caso delictivo.

Considerado como un candidato de ruptura, ha hecho renacer la esperanza de una nueva clase dirigente en Indonesia, donde sigue gobernando la élite surgida de la época de Suharto.

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