padre nuestro (jon nalbantian)

  • hace 11 años
Perdón - ¿Es en realidad así de fácil?
¡Sí, es así de fácil! Usted no puede ganar el perdón de Dios. No puede pagar a Dios por su perdón. Usted sólo puede recibirlo por la fe, por medio de la gracia y misericordia de Dios. Si usted desea aceptar a Jesucristo como su Salvador y recibir el perdón de Dios, aquí está una oración que usted puede hacer. Hacer esta oración o cualquier otra, no va a salvarlo. Es solamente el confiar en Jesucristo lo que le puede librar del pecado. Esta oración es simplemente una manera de expresar a Dios su fe en Él, y agradecerle por proveerle su perdón. “Dios, sé que he pecado contra ti y merezco castigo. Pero Jesucristo tomó el castigo que yo merecía, de manera que a través de la fe en Él yo pueda ser perdonado. Me aparto de mi pecado y pongo mi confianza en Ti para la salvación. ¡Gracias por Tu maravillosa gracia y perdón! En nombre de Jesús, ¡Amén!”

¿Ha hecho usted una decisión por Cristo, por lo que ha leído aquí? Si es así, por favor oprima la tecla “¡He aceptado a Cristo hoy!”

"¿Cómo puedo estar bien con Dios?"

Respuesta: Para estar “bien” con Dios, primero debemos entender qué está “mal.” La respuesta es, el pecado. “No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Salmo 14:3). Nos hemos rebelado contra los mandamientos de Dios; “todos nosotros nos descarriamos como ovejas” (Isaías 53:6).

La mala noticia es que la penalidad por el pecado es la muerte. “El alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18:4). La buena noticia es que un Dios de amor nos ha buscado, a fin de traernos la salvación. Jesús declaró que Su propósito era “buscar y salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10), y cuando murió en la cruz, declaró cumplido este propósito con las palabras, “Consumado es” (Juan 19:30).

Tener una buena relación con Dios comienza por reconocer su pecado. Luego viene una confesión humilde del pecado a Dios (Isaías 57:15) y una determinación de renunciar al pecado. “Con la boca seEste arrepentimiento debe ir acompañado de fe. Específicamente, la fe en que la muerte expiatoria de Jesús y su resurrección milagrosa lo califican para ser su Salvador. “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9). Muchos otros pasajes hablan acerca de la necesidad de la fe, tales como Juan 20:27; Hechos 16:31; Gálatas 2:16; 3:11,26 y Efesios 2:8.

Estar bien con Dios depende de su respuesta a lo que Dios ha hecho en beneficio suyo. Él envió al Salvador, proveyó el sacrificio para quitar su pecado (Juan 1:29), y ofrece esta promesa: “Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Hechos 2:21).

La parábola del Hijo Pródigo, es una hermosa ilustración de arrepentimiento y perdón (Lucas 15:11-32). El hijo menor desperdició los bienes de su padre viviendo perdidamente (versículo 13). Cuando reconoció su mal proceder, decidió volver a casa (versículo 18). Asumió que ya no sería digno de ser llamado un hijo
(versiculo 19)

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